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    6 recorridos cinematográficos del D’A Film Festival 2018

    Repasamos lo que ha dado de sí la 8ª edición del certamen barcelonés, que el año que viene se celebrará del 25 de abril al 5 de mayo de 2019.

    Con los premios ya otorgados –recordemos: la luminosa cinta hindú Village Rockstars, de Rima Das, se hizo con el premio Talents, el jurado de la crítica premió a la gallega Trinta Lumes, de Diana Toucedo, y el público coronó a la italiana A ciambra, de Jonas Carpignano–, la octava edición del D’A Film Festival echa el telón de su octava edición con una matrícula de honor en programación, público y ambiente, cinéfilo y festivo.

    Y como es momento de echar la vista atrás y reflexionar sobre lo visto y vivido, lo hacemos proponiendo una crónica distinta con el fin de trazar algunos de los escenarios cinematográficos más intensos de los proyectados entre el 26 de abril y el 6 de mayo pasados. Esto es un recorrido fílmico-sentimental por el D’A Film Festival de 2018.

    Galicia

    Que en Galicia hay gente haciendo cosas lo saben en los festivales de cine de autor y de cine independiente de buena parte del mundo, y por eso también lleva años despuntando en la programación del D’A, sea en la sección Un impulso colectivo como en la competitiva Talents. En 2018, la cosecha nos reservó la insólita Dhogs, de Andrés Goteira, una alucinada película de historias cruzadas que fue la cinta revelación del año pasado y no sólo en el norte de España; A estación violenta, de la pontevedresa Anxos Fazáns, una historia que adapta la novela de Manuel Jabois y que se apoya en los cuerpos del trío protagonista (Alberto Rolán, Xosé Barato y Nerea Barros); y Trinta Lumes, un viaje más allá del tiempo en el que Diana Toucedo nos transporta a los parajes más enigmáticos y evocadores de una Galicia que parece el fin del mundo.

    Feminismo(s)

    La cinta de Diana Toucedo es una de las protagonistas del palmarés del D’A 2018, pero no la única película dirigida por una mujer sobresaliente del certamen: desde Village Rockstars, de Rima Das (triunfadora de la edición de este año gracias al Premio Talents), a Princesita, de Marialy Rivas, o Ainhoa yo no soy esa, de Carolina Astudillo, por citas al menos tres, son historias que reivindican a la mujer desde posiciones de discrepancia, nada complacientes. Heroínas o sombras de su desdicha, las feminidades que hemos visto en el D’A son también protagonistas de unos feminismos heterodoxos y valientes.

    Juventudes (perturbadas)

    D.R.

    Atormentadas, descarriadas, noctámbulas, vampíricas o atrapadas: en Quiero lo eterno, de Miguel Ángel Blanca, y en Sollers Point, de Matt Potterfield, seguimos a dos imágenes de la juventud con el demonio dentro. En el retrato que realiza el barcelonés, nos adentramos en una pequeña comunidad de chavales cuyas vidas transitan por el vacío existencial y la oscuridad cotidiana, la violencia y la poesía del after trasnochado. En la ficción del estadounidense vemos cómo un joven recién salido de la cárcel es incapaz de dejar marchar las pulsiones que le llevaron a acabar entre rejas.

    Noches infinitas 

    En Yo la busco, de Sara Gutiérrez Galve, Max se siente traicionado por su compañera de piso cuando le avisa de que deja el apartamento para irse a vivir con su novio. Es el inicio de una larga noche de tránsito urbano hacia cualquier lugar menos a casa que comparte, como mínimo, similar trayecto con otras dos cintas sobre noches infinitas: La edad atómica, de Hélène Klotz, o cuando una noche de fiesta acaba declinándose en un océano de sensaciones, y Good Time, que es justo lo contrario, la pesadilla que sientes golpeándote el estómago cuando sabes que estás pasado de vueltas y ya es imposible frenar.

    Cabarets

    Hay que dejar las cosas claras: antes que un mapa urbano, I Hate New York, de Gustavo Sánchez, se presenta como uno humano, que retrata el increíble coraje de cuatro mujeres hechas a sí mismas y convertidas en iconos del underground trans en la Gran Manzana. La noche es su ambiente y, por tanto, reinan en los cabarets más insospechados de la ciudad, espacios de trasgresión, pero también de libertad para poder ser quien se quiera. Algo parecido sucede en el cabaret que sirve de escenario de Ana de día, el debut de Andrea Jaurrieta, porque la Ana protagonista de su ópera prima se convierte, entre telones de lentejuelas, en Nina, como si esa sombra o proyección fuera un sueño oculto, tal vez una pulsión irrefrenable y, por ello, verdadera.

    Alfred Hitchcock (revisited)

    El cine de Guy Maddin es un cine de espacios mentales, oníricos y palpitante de deseos y tensiones. Los espectadores del D’A Film Festival lo conocen bien desde que en la primera edición del certamen se le dedicara el ciclo a su descacharrante y misterioso sello personal, y, con ese recuerdo en la cabeza, era imposible no disfrutar de su doble propuesta hitchcockiana, un destino que parecía inevitable en el proceder del de Winnipeg, realizada al alimón con Evan y Galen Johnson. Si el cortometraje Accidence remite a La ventana indiscreta, del maestro del suspense, The Green Fog nos lleva por las calles (y el archivo visual) de la ciudad de San Francisco en busca de las huellas de la mejor película de la historia del cine según Sight & Sound: Vertigo (De entre los muertos). Para quienes crean que estamos ante un ejercicio de found footage cultureta, nada más alejado de la realidad: The Green Fog no sólo demuestra el gran sentido del humor de Maddin, sino también enseña que en según qué manos hasta Chuck Norris es capaz de transmitir melancolía. Genio.

    D.R.

     

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