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    Qué fue de Carmelo Gómez: el actor de moda de los 90 que fue vetado y dejó el cine

    Esta noche en La 2 puedes ver 'El perro del hortelano', la versión de Pilar Miró de la comedia de Lope de Vega. A partir de las 22h.

    El Carmelo Gómez de ahora no es el mismo que era décadas atrás. Y no hablamos de lo profesional. El actor se ganó la fama de reivindicativo y sin pelos en la lengua en los años 90, cuando era el actor de moda y y triunfaba junto a Julio Medem -Vacas o La ardilla roja-, José Luis Garci -Canción de cuna- o Imanol Uribe -Días contados-. A partir de los 2000, sus apariciones en el cine y la televisión empezaron a ser menos relevantes, algo que achaca a su carácter combativo y, sobre todo, a una mala experiencia en un casting de TVE. Esta noche a las 22h. en La 2 puedes disfrutar de El perro del hortelano, uno de los filmes más destacados de su filmografía.

    El actor pasó de ser una de las figuras más destacadas de la ficción española a, como él mismo dice, tener que demostrar que era un buen intérprete. En una entrevista con El Mundo, Gómez recuerda una audición que hizo para un proyecto de Televisión Española que le dejó muy mal sabor de boca. "Hice la prueba, que era espantosa, y me dijeron que no la había pasado. El director había sido el ayudante del ayudante de dirección de mi película 28. Era una cosa suya y si no era suya, era de otro que había detrás que podía ser, a lo mejor, el director de contenidos. Nunca sabes lo que hay detrás de todo eso", confiesa en Papel.

    Carmelo Gómez asegura que ha sido vetado por reivindicar sus ideas. Fue una de las voces del 'No a la guerra' del 2003 contra la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y cree firmemente que eso ha ido en su contra. Considera que no es ni de izquierdas ni de derechas, pero expresar su opinión le ha valido más de un disgusto. Dice no tener pruebas, pero en su conciencia está muy claro.

    Descolorado y fuera de sitio, Gómez ha aprendido a ser más reflexivo durante todo este tiempo. Ya no es el joven explosivo que no dudaba en dejar en evidencia el elitismo de diversos sectores o que advertía a Antonio Banderas de que su paso a Estados Unidos le estaba convirtiendo en un producto comercial. Sin embargo, aún mantiene vivo su carácter como buen leonés. Es hijo de campesinos y se crió en el campo, concretamente en Sahagún, recolectando remolacha, cereal y alfalfa. Siendo todavía un niño, fue enviado a un internado al que le costó adaptarse. Echaba de menos a sus padres y su pueblo, así que aprendió a desarrollar la imaginación.

    Cuando pudo independizarse, se trasladó a Salamanca y empezó a hacer teatro. Tres años después, se mudó a Madrid e ingresó en la Escuela de Arte Dramático. Casi al mismo tiempo, fue admitido en la Compañía Nacional de Teatro Clásico y a finales de los 80 empezó su trayectoria cinematográfica con uno de los grandes títulos de la ficción española, El viaje a ninguna parte (1986), de Fernando Fernán Gómez.

    El Carmelo Gómez más amable

    Dentro de esa coraza, Carmelo Gómez es un hombre humilde que no olvida sus raíces. Es curioso por naturaleza, lo que unido a su carrera como actor, le ha llevado a probar la esgrima, la equitación, el canto -algo que se tomó muy en serio-, el flamenco, dio clases intensivas de inglés para poder entender lo que le decían en los festivales internacionales, hizo un curso de toreo, le encanta la carpintería… Y está muy en contra de la predominancia de internet en nuestras vidas. "Ligar a golpe de clic es autodestructivo. No sabemos ni qué hacer con nuestro ocio. Por encontrar un momento de vértigo damos clic a cualquier barbaridad sin pensar en lo que estamos haciendo", asegura en Papel.

    Es de placeres sencillos, disfruta dando una vuelta por el campo, pasando fines de semana con la tienda de campaña a cuestas, arreglando cosas en casa y, por supuesto, con un vino y un pincho en las tabernas de Madrid.

    Adiós al cine

    Como Emma Suárez -actriz con la que ha trabajado en seis ocasiones, incluida El perro del hortelano- define en una entrevista en Fotogramas, formaron parte de "esa generación que nos juntamos con tantas ilusiones y expectativas. Éramos equipo y hemos tenido suerte de trabajar con grandes directores y hacer buenas películas. Formábamos parte de un cine nuevo, que estaba naciendo". Décadas más tarde, la situación ha cambiado mucho. 

    El actor se queja de que el poder de las televisiones se ha cargado el cine de autor en España. Según Gómez, al contrario de lo que sucedía antes, las películas responden a los intereses de las televisiones, que nada tienen que ver con los del cine. Para él, ya se ha perdido la época dorada que le llevó al estrellato nacional y no tiene ninguna gana de participar en la industria actual.

    Pasada su época de mayor esplendor no ha terminado de encontrar su hueco en el cine moderno. En los primeros 2000 continuó trabajando con su inseparable Imanol Uribe -El viaje de Carol (2002), Hay motivo (2004) y La carta esférica (2007). Fiel a su filosofía de apoyar el cine de autor y las ideas sinceras, ha participado en proyectos de jóvenes cineastas, como Agallas, Pecados o Baztán. Pero en 2014 estrenó su última película, Tiempo sin aire. Desde entonces, no ha vuelto a ponerse frente a las cámaras.

    Carmelo ha dejado de hacer cine, una decisión que, según sus palabras, se ha visto obligado a tomar: "La vida toma decisiones por nosotros, pero es tan cruel que nos hace creer que las hemos tomado nosotros". Actualmente, es feliz sobre los escenarios y en los últimos años hemos podido verle en El alcalde de Zalamea y Todas las noches en un día, obra que protagoniza desde 2018.

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