Quizás ya no lo recuerdes, pero hubo una época en la que España no tenía Netflix. De hecho, solo Estados Unidos tenía Netflix y el catálogo de la plataforma apenas contaba con un buen puñado de producciones propias. Los ejecutivos escaneaban el mercado y se hacían con aquellos títulos a los que veía potencial. Uno de esos fue Marco Polo, una serie desarrollada por Starz que acabó comprada por Netlix y, cuatro años después, pasó a convertirse en el primer gran fracaso de la compañía.
Un dudoso honor que, por suerte para ellos, ya nadie recuerda. La serie sigue disponible en Netflix, pero tan enterrada en su catálogo que quien caiga en ella a día de hoy será por pura casualidad.
La serie cuenta la historia de Marco Polo -como su propio título indica-, un viajero italiano que lleva años recorriendo mares, desiertos y la Ruta de la Seda. Marco Polo termina prisionero del gran Kublai Khan y pronto descubre que la justicia en la Ciudad Imperial de Khan es tan rápida como letal.
Netflix
Tenía a Lorenzo Richelmy, Benedict Wong, Joan Chen y Rick Yune como protagonistas y, desde el principio, cosechó malas críticas. El crítico Tim Goodman, de THR, la definió como "un desastre mediocre, con acentos aleatorios, una historia lenta y kung fu".
La cadena Starz fue la que desarrolló la idea originalmente, pero después de que les resultara imposible rodar en China, la producción se detuvo y entró Netflix, quien realizó una temporada de 10 episodios que le costó unos 90 millones de dólares. Esta cifra la convirtió en uno de los programas de televisión más caros del mundo en su momento y fue, al mismo tiempo, su sentencia. Necesitaba muy buenos datos para compensar el despliegue de recursos que había consumido y, lamentablemente, no fue el caso.
Según publicó THR, la serie provocó una pérdida de 200 millones de dólares para la compañía, lo que fue clave para que la ficción no pudiera seguir adelante con una tercera temporada. En total, tuvo 20 episodios y un capítulo especial de Navidad, lo que seguramente fue insuficiente para los espectadores que se habían enganchado a las aventuras de su protagonista.