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    "Pippi me da miedo" y el trauma de 'Marco'. Pedimos a seis niños que juzguen las series de dibujos animados de antes

    Cinco animaciones de entre 50 y 20 años de antigüedad que todos recordamos. Seis pequeños de entre cuatro y nueve años dispuestos a aniquilar nuestra infancia. ¡Comienza el experimento!

    En SensaCine hemos llevado a cabo un experimento: cinco animaciones de entre 50 y 20 años de antigüedad que todos recordamos. Seis pequeños de entre cuatro y nueve años dispuestos a aniquilar nuestra infancia. ¿El objetivo? Comprobar si los niños de ahora disfrutan tanto como nosotros de las series de dibujos animados que nos acompañaron en la época de colegio. Con cierto miedo, pedimos a varios padres y madres que viesen con sus hijos cinco clásicos de la televisión -Érase una vez… la vida, David El Gnomo, Pippi CalzaslargasMarco y La Banda del patio- y nos dijesen lo que más les había gustado, lo que menos o si notaban alguna diferencia de calidad en comparación con los títulos actuales. Y lo cierto es que sus comentarios nos han sorprendido.

    El experimento nace con la intención de derribar ese mito de que la animación de nuestra infancia era mejor. Piensa en esas tardes de verano que pasabas frente al televisor esperando que ya no hiciese un calor abrasador para salir a jugar al parque o una mañana de invierno en la que nos te levantabas antes que tus padres y les esperabas viendo tus dibujos favoritos. Aunque cada uno de nosotros pensamos en una serie diferente con esos ejemplos, todos coincidimos en algo: “Lo nuestro era mejor”. Curiosamente, esta frase -que habrás escuchado mil veces y habrás dicho otras cientas- no pertenece a una única generación, sino que la utilizan los nacidos en los 60, los 80 o los 90 sin distinción.

    "¡Dónde está mi villano!". Los dibujos de hoy se pasan de cuquis y tres psicólogas infantiles te cuentan por qué y sus posibles peligros

    Para saber cómo ha evolucionado la programación infantil, hemos preguntado a Vincent Sourdeau, vicepresidente y director general de Disney Channel en España y Portugal, y Nuria Blanco, productora en Cartoon Saloon -estudio responsable de Puffin Rock o Skunk Fu!, además de cintas para adultos como The Breadwinner. Las declaraciones de Sourdeau y Blanco nos ayudarán a comprender por qué al grupo de niños de este experimento les llama la atención determinadas cosas de las series clásicas. O al contrario, por qué algunos títulos no han despertado ningún comentario.

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    Marco: “Pero en el último episodio viene su madre, ¿no?”

    Marco es una de las series más tristes que existen en la historia de la televisión y sigue despertando las mismas emociones que hace varias décadas. Los niños del experimento han comentado de manera unánime que no les gusta la decisión de la madre. “No entiendo por qué la madre se va tan lejos a trabajar… ¿No hay trabajo cerca de casa? ¿Y por qué no se lleva a su hijo con ella? ¿Tú harías lo mismo? ¿Pero por qué no buscan otra solución que no implique la separación de la familia? No me gusta. Me da mucha pena”, explica Miguel (nueve). Libe (siete) también lo ha pasado un poco mal y se ha horrorizado al ver que "se iba al mercado solo. ¡¿Hacía la comida?! ¿Dónde se va su madre y por qué? Pero en el último episodio viene su madre, ¿no?". Manuel (siete) también apunta que "trabajaba mucho el niño; que la familia estaba triste; que la madre trabajaba mucho".

    Mía (cuatro) parece haber entendido la situación a la perfección y, después de que su madre le dijese que era muy triste, ella le ha respondido: “Pero, mamá, no se ha muerto. Solo se ha ido”. Lucas (cinco), por otra parte, cree que "Marco se estaba portando mal" y su personaje favorito es la madre "porque se ha ido pero a veces se ha quedado con su niño". Sin embargo, es otro de los que ha sentido pena al ver que se tenía que ir. Al que no le ha gustado nada ha sido a Hugo (seis), que lo ve como un absoluto aburrimiento.

    Pippi Calzaslargas: “Traviesa” y “un horror”, pero la favorita

    “¿Pero cómo es posible que Pippi no tenga padres ni abuelos que se ocupen de ella? ¿Un niño puede vivir solo? Esta serie es muy rara…No me gusta”, opina Miguel (nueve). Para él, descubrir a Pippi Calzaslargas ha sido todo un descubrimiento… para mal.

    No me ha gustado nada. Pippi me da miedo; no me gusta cómo viste, cómo tiene las trenzas, cómo vive, dónde vive…

    La serie sueca ha sido una de las que más reacciones ha generado. Ver a una niña hacer cosas ‘prohibidas’ como subirse por los muebles o quedarse todo el día en casa durmiendo les ha divertido mucho, pero todos coinciden en señalar que lo que hace está mal. Mía (cuatro) afirma en varias ocasiones: “Eso es peligroso, ¿a que sí mamá?”. Y Lucas (cinco) ha comentado que lo que hacían los protagonistas era “travieso”.

    Hugo, por su parte, habla por todos nosotros al preguntar: “¿Por qué llaman Pequeño Tío al caballo?”. Todo un misterio.

    Nuestros dibujos no habrían pasado el filtro de una cadena actual

    Es posible que los adultos de ahora se horroricen al volver a ver ciertos títulos que disfrutaban en su niñez y teman la reacción de los más pequeños; sin embargo, estos entienden perfectamente que actitudes como la de Pippi o la madre de Marco no están bien. A los niños les ha impactado mucho ver comportamientos que normalmente no aparecen en pantalla. Es decir, series que van en contra de las normas establecidas en la actualidad. Antes se admitían ciertas conductas que hoy estarían completamente prohibidas.

    'Los caballeros del Zodiaco', 'Bola de dragón'… Todos estos programas tenían violencia y nadie los censuraba. Estaban en televisión a las cinco de la tarde y lo veía el niño de la edad que fuese, ¿no? Ahora los dibujos están mucho más controlados”, explica Blanco

    Los creadores están sometidos a un mayor control para que los dibujos sean seguros para los espectadores más pequeños. Las series ya no incluyen violencia explícita o personas fumando, dos ejemplos que hace décadas eran habituales. En su lugar, los estudios tienen que tener muy en cuenta que los espectadores pueden imitar el comportamiento de los personajes, como explica Nuria Blanco. “Hay que tener mucho cuidado de que lo que haya en el contenido no se pueda imitar. En Puffin Rock tuvimos un problema porque los 'puffins' (frailecillos) son pájaros que viven en los acantilados, pero no podíamos ponerlos mirando por el borde. Terminas jugando un poco, haces que el frailecillo más pequeño no se acerque o que siempre esté acompañado por el frailecillo grande".

    La banda del patio o David el Gnomo: los niños no notan la diferencia

    David el Gnomo: El culo del gnomo y unas voces que son de “personas mayores”

    David el Gnomo es la que más comentarios ha cosechado acerca de su antigüedad. Hugo, de seis años, ha señalado que “se ve antiguo” y Miguel, de nueve, cree que las voces de los gnomos son de “personas mayores, ¡suena muy raro!” y que la sintonía es demasiado “larga”. A pesar de que es una ficción muy inocente, el primer episodio incluye a David mostrando el culo después de bañarse. Esta escena despierta tanto risas como desagrado. A Hugo es lo que menos le ha gustado del capítulo, pero Manuel, de siete años, se ha reído mucho con ello. “Papá, enseña el culo”.

    Lo que sí les ha encantado es el amor que tiene la serie hacia los animales. Muchos han comentado que lo que más les ha gustado es que David ayude a los animales y el personaje favorito de muchos es el zorro que le acompaña. “Porque corre mucho”, dice Lucas (cinco años). Por otra parte, los trolls no han gustado a Mía (cuatro), Manuel (siete). Libe (siete) incluso dice que le dan miedo.

    Érase una vez… la vida: “Está bien, aunque un poco viejito”

    Érase una vez… la vida es la que peor acogida ha tenido “porque solo habla del cuerpo humano”, como apunta Libe (siete). Sin embargo, ha captado la atención de varios niños. A Manuel (nueve) le ha encantado la ficción por su “temática” y reconoce que “le gusta todo”. Mía (cuatro) la ha visto con mucha atención y le ha servido, entre otras cosas, para saber lo que es la caries. Otros niños, como Libe, apuntan que “está bien, aunque un poco viejito”.

    Para que sirva de consuelo a las generaciones que crecieron con esta serie, su sintonía no ha pasado desapercibida y Lucas (cinco) cree que es lo mejor.

    La banda del patio: La niña “de la cara larga” que da miedo

    Curiosamente, La banda del patio, la serie más actual de las escogidas -debutó en 1997- es la que ha generado menos reacciones. Los niños no ven nada destacable, salvo esa niña “de la cara larga” (Gretchen) que da miedo tanto a Mía (cuatro) como a Libe (siete). Además, a Lucas (cinco) no le gustan nada “los niños que tienen los ojos chiquitos”, que parecen ser varios en la ficción. Eso sí, TJ -el líder del grupo- es el favorito con diferencia.

    A pesar de tener, como mínimo, diez años menos que el resto de las series, Hugo cree que es “antigua, pero se ve y se oye bien”.

    Disney Channel

    ¿De verdad hemos cambiado tanto?

    Al contrario de lo que ocurre con las series ‘gamberras’, las que son más inocentes y educativas, es decir, las que más se asemejan a las producciones actuales, no han despertado tantas reacciones. La banda del patio, David el Gnomo y Érase una vez… la vida han sido aceptadas bastante bien, lo que nos lleva a pensar que quizás no hemos cambiado tanto, aunque, inevitablemente, hay diferencias.

    Cuando afirmamos que “ya no se hacen series como las de antes”, tenemos razón por una sencilla razón: las historias han evolucionado. Sourdeau, vicepresidente de Disney Channel España, reconoce que hay más cultura en general.

    ...tanto los creadores como la audiencia tienen una cultura audiovisual mucho mayor que antes y, al estar habituados a recibir una mayor cantidad de estímulos, los dibujos animados tienen que mantener la atención

    En consecuencia, las ficciones que se estrenan ahora tienen que suponerles un reto. “Las series se han ido haciendo más complejas en sus tramas (y subtramas) a la vez que han ido adquiriendo un ritmo mucho más rápido”.

    Nuria Blanco, productora en Cartoon Saloon, está de acuerdo con él y lo ve como algo positivo, a pesar del aumento de la competencia. “Hay tantísimo contenido que los niños pueden cambiar de uno a otro, se aburren más fácilmente. Si no les enganchas, no tienen esa paciencia para seguir viéndola. Ellos piensan: “¿Para qué voy a seguir viendo esto que me aburre si tengo 3.000 canales y contenidos diferentes?”. Hay muchísimo material que es muy bueno. El público no consume lo que les echen, busca lo que les gusta y es más complicado, pero es mejor, es más gratificante”.

    Si un adulto se pusiese a ver El asombroso mundo de Gumball o Hora de aventuras, probablemente descubriría que le gusta, pero seguimos emperrados en quedarnos en el pasado. “El factor nostalgia influye mucho, pero sobre todo se tiende a no dar tiempo a descubrir de verdad las series infantiles actuales (y a juzgarlas muy rápidamente)”, afirma Sourdeau.

    Los dibujos no tienen caducidad

    Si hay algo que hemos sacado como conclusión gracias a los niños del equipo de ‘expertos’ es que los dibujos animados clásicos siguen funcionando. Ha habido una evolución en las series de televisión, con tramas más complejas y un ritmo preparado para engancharles desde el primer minuto, pero los jóvenes espectadores que disfrutan con La patrulla canina y Ladybug también se lo pasan pipa con David el Gnomo o la propia Pippi (con Marco ya no estamos tan seguros).

    Dejando a un lado sus opiniones sobre la serie en sí, lo más sorprendente del experimento ha sido descubrir lo abiertos de mente que han sido los jóvenes espectadores a la hora de ver series tan antiguas. El siguiente paso: descubrir qué opinan los adultos de los dibujos de ahora. ¿Serán igual de tolerantes que los pequeños?

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