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    'Élite' deja de ser una bomba, pero sigue siendo adictiva y sus nuevos personajes funcionan como un tiro en la temporada 4

    La nueva entrega de ocho episodios estará al completo el próximo 18 de junio en Netflix. ¿Qué puedes esperar de la nueva etapa?

    Seguir siendo y no ser al mismo tiempo. Eso me pasa por la cabeza al pensar en los nuevos episodios de la archiexitosa serie original de Netflix Élite, que estrena su temporada 4 este viernes 18 de junio manteniendo muchos de esos elementos que la convirtieron en bombazo internacional en su debut en 2018 pero con la notable ausencia de algunas otras piezas clave de su éxito que inevitablemente se han quedado por el camino.

    Élite
    Élite
    Fecha de estreno 2018-10-05 | 60 min.
    Series : Élite
    Con Nadia Al-Saidi Ayala, Omar Ayuso, Valentina Zenere
    Medios
    3,0
    Usuarios
    3,6
    Streaming

    Esa sensación de frescura y locura que sí transmitía en sus primeras entregas, por ejemplo, aunque tampoco sea de extrañar si tenemos en cuenta que el 'thriller' lleva 24 episodios -32, si contamos los de la cuarta- a sus espaldas y que en todo este tiempo a los alumnos de la elitista escuela de Las Encinas les han pasado demasiadas cosas. Al mismo tiempo, Élite sigue conservando su ADN, su esencia adictiva, su salseo elevado a la máxima potencia e incluso un poco más y su característico atrevimiento a la hora de cruzar líneas.

    Tras haber visto los cuatro primeros episodios de los ocho que conforman la cuarta temporada, puedo prometer y prometo que Élite sigue molando. Que veré los cuatro restantes y también la quinta entrega que ya ha sido anunciada por Netflix y para la que se han anunciado nuevos fichajes. Pero también hay que poner sobre la mesa que la ausencias de los personajes más veteranos se notan demasiado.

    El creador de 'Élite' aclara la salida de algunos veteranos: "No les hemos echado, se han ido ellos"

    No es la primera vez que la serie creada por Carlos MonteroDarío Madrona pierde a alguno de sus protagonistas. Ocurrió sin ir más lejos en las temporadas 1 y 2, cuando las estrellas de La Casa de Papel Jaime Lorente y Miguel Herrán, que ya hicieron brevísimas intervenciones en la segunda entrega, se marcharon de forma definitiva por problemas de agenda. Sin embargo, la lista de actores que han dejado el reparto en la temporada 3 es tan larga como desoladora: Álvaro Rico (Polo), Jorge López (Valerio), Mina El Hammani (Nadia), Ester Expósito (Carla) y Danna Paola (Lu). Para agitar un poco la soledad de los pocos que quedan, eso sí, llegan cuatro nuevos estudiantes a Las Encinas y, aunque lo hacen como un huracán, como espectador tenemos que acostumbrarnos a toda una colección de nuevas tramas y solo una "continuista". La de Ander y Omar, que afrontan nuevos retos como pareja pero siguen siendo un tándem inamovible.

    Un terremoto en el elenco sin aprovechar la oportunidad de innovar en su estructura

    Esa inyección de sangre fresca en el elenco no ha sido, sin embargo, aprovechada por el equipo liderado por Montero para apostar por cambios reseñables en su estructura y definitivamente esa es la gran pega de la cuarta temporada de Élite. De nuevo una víctima. De nuevo una serie de interrogatorios a los protagonistas por parte de la policía. De nuevo un relato en dos tiempos construyendo cómo ha pasado todo para acabar, imaginamos, dando respuesta al misterio que se plantea en el primer episodio.

    Ojalá haya sorpresas en los siguientes cuatro capítulos, pero lo cierto es que ese comienzo que evoca al asesinato de Marina (María Pedraza), a la desaparición de Samuel (Itzan Escamilla) y a la muerte de Polo hubiera ganado enteros si de golpe y porrazo nos hubiese enseñado algo que no esperábamos. Si ese terremoto que son sus caras nuevas también lo hubiese sido también en su estructura para mantener esa frescura y esos toques locos de la Élite que fue un bombazo en 2018.

    Por lo demás, hay que reconocer que Élite lo sigue haciendo bien. Sigue funcionando y atrapando con su trama y los nuevos personajes consiguen encajar perfectamente en el engranaje. Además, algo que hacen excepcionalmente bien Carlos Montero, Daría Madrona y su equipo es explotar al máximo todo lo que les funciona desde el minuto 1. Con una especie de "aquí no hemos venido a perder el tiempo" como mantra, ya en el primer episodio el pescado queda vendido. Sabemos quién estará con quién, descubrimos las caras B de los personajes y empieza una fiesta que se supera en cada episodio con una auténtica orgía de desmadre, sexo y conflicto familiar y adolescente.

    Bienvenidos, Benjamines

    Aunque echemos de menos a Carla, Lu, Nadia (aunque salga un poco) y compañía, lo cierto es que las salidas, cuando se trata de una serie de adolescentes en un instituto, a veces son necesarias para aportar cierta credibilidad. ¿Cuánto, si no, iba a durar el bachillerato de estos muchachos? En cualquier caso, la realidad es que lo bueno de que unos se vayan siempre suele estar en los que llegan y eso se cumple en Élite de la mano de Los Benjamines, los hijos del director interpretados por Martina CariddiCarla Díaz y Manu Ríos. Quizá no tanto de la de Pol Granch como Phillipe, un miembro de la realeza con ganas de encajar entre la gente de a pie y que "no va tan a saco" como Mencía (Cariddi) y Patrick (Ríos).

    Quién es Martina Cariddi, la cara nueva de 'Élite' que vive pasión con Rebeka y protagoniza la trama más turbia de la temporada 4

    Todos ellos aportan algo que nos gusta: Mencía, una rebeldía y un carisma que encaja fenomenal con el de nuestra querida Rebeka (Claudia Salas); Ari (Díaz), una especie de mix entre Carla y Lu con el que matan dos pájaros de un tiro; Patrick (Ríos), un despliegue de seducción y escenas subidas de tono que tan bien representan a Élite; y Phillipe, un interesante conducto para explorar otras aristas de las relaciones de pareja, aunque la línea que separa el romanticismo de lo tóxico en su trama se les haya desdibujado un poco. También algunas cosas que no.

    Pero en definitiva, Élite sigue siendo Élite. Eso no lo vamos a negar. Sigue siendo adictiva y, al mismo tiempo, pide a gritos una reinvención que le devuelva su frescura o asumir que quizá este en tiempo de descuento.

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