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    Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres
    Críticas
    3,5
    Buena
    Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres

    La chica con el dragón tatuado en la espalda

    por Alejandro G.Calvo

    Tírenme piedras: me interesa poco, muy poco, la triada de novelas escritas por el desaparecido novelista sueco Stieg Larsson. O, mejor dicho, lo que me interesa de sus alambicadas ficciones detectivescas –yo no lo llamaría novela negra- no tiene nada que ver con el relato en sí mismo, sino en los demonios que habitan en su interior y que sí han servido para redefinir la imagen de la Suecia moderna (que los suecos eran unos sádicos chiflados ya nos lo había contado, repetidas veces, Ingmar Bergman): el demoledor retrato de la violencia de género, lo desalmado de sus corporaciones industriales, los esqueletos del nazismo, etcétera. En otras palabras: las buenas ideas de Larsson no eran del todo malbaratadas por su afectada escritura. De ahí el poco interés que me suscitaron en su día tanto la mini serie televisiva 'Millennium', como la trilogía de películas dirigidas por Niels Arden Oplev y Daniel Alfredson y protagonizadas por Noomi Rapace y Michael Nyqvist. Y de ahí, también, mi escepticismo hacia esta nueva película comandada por el mejor hacedor de thrillers de del Siglo XXI: el norteamericano David Fincher.

    Y ese es, al mismo tiempo, el problema y la solución de esta 'Millennium' que, se encuentra más cerca de 'The game' (1997) y de 'La habitación del pánico' (2002) que de 'Zodiac' (2007) y de 'La red social' (2010). Fincher se crece cuando el material que maneja resulta excelso –llegando incluso a mejorarlo, como ocurrió con la novela de Chuck Palahniuck "El club de la lucha"-, mientras que cuando este es endeble, el realizador tira de oficio y se convierte en un artesano de férreo carácter, capaz de extraer oro donde no hay más que piedra pómez. El perfecto ejemplo lo encontraríamos al poco de arrancar esta película: en una secuencia que no creo que supere el minuto de duración, vemos como un delincuente le roba la mochila a Lisbeth Salander en el metro. Hasta entonces la película no era más que un conjunto de postales frías que servía para introducir personajes y contexto, pero es en esa mínima pieza donde sale todo su talento narrativo: un chute de adrenalina, perfecto ejemplo de yuxtaposición entre sonido e imagen –de nuevo, Trent Reznor y Atticus Ross firman un excelente soundtrack-, que no sólo introduce de pleno al espectador en la película sino que sirve para definir a la perfección a su personaje principal: la chica con el dragón tatuado en la espalda a la que da vida una impresionante Rooney Mara.

    Y es que si en algo acierta el título original del film por encima del original sueco, es que responde mucho mejor a la idea que Fincher tiene de la cinta. Quizás la novela trate sobre un asesino en serie que despedaza mujeres siguiendo un código que intermezcla sin pudor misoginia, religión y xenofobia; pero eso es algo secundario en esta nueva 'Millennium' cuyo máximo interés radica en la construcción de un personaje icónico (el fundamento estético de toda la obra de Larsson): Lisbeth Salander. Es en el retrato, delicado y feroz al mismo tiempo, del complejo carácter de la hacker donde Fincher saca lo mejor de sí mismo: ya sea en la secuencia de la atroz violación como en los momentos de máxima ternura entre Blomkvist y ella. El espectador acaba sometido a la atracción autárquica del cuerpo de Salander, con sus tatuajes y sus piercings, con su extrema delgadez y su natural desnudez, un tapiz en el que habitan tanto todos los males de la humanidad como la resistencia que se opone firme frente a ellos.

    Al final los más de ciento cincuenta minutos de película pasan sin que uno se dé cuenta. El ejercicio fílmico ha sido un éxito: el bien triunfa sobre el mal, los asesinos son asesinados y blablablá. Tanto da, da lo mismo. Al final, no queda ni rastro de la impresión estética (y dramática) del thriller contado, y uno ya no sabe qué Vagner era quién y si estaba vivo, era nazi o un depredador. Pero uno sí seguirá dándole vueltas a quién demonios es Lisbeth Salander. Incluído Fincher, que se desmarca del film danés para retratar la desilusión de la joven en el único momento de debilidad que tiene en toda la película. Ciertamente demoledor.

    A favor: El ritmo de la narración, la presencia que impone Daniel Craig, la sorpresa de Rooney Mara.

    En contra: Los títulos de crédito cyber-punk (aunque serían una perfecta cabecera de una serie de televisión sobre James Bond interpretada por Billy Idol).

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