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    Blancanieves (Mirror, Mirror)
    Críticas
    1,5
    Mala
    Blancanieves (Mirror, Mirror)

    Espejito blando

    por Quim Casas

    Aunque esta antepenúltima adaptación del cuento de 'Blancanieves y los siete enanitos' lleva como subtítulo el de 'Mirror, mirror', poco juego especular propone más allá de los viajes a través del espejo, cual Alicia u Orfeo, de la que se presupone protagonista de la función, la madrastra pérfida, ambiciosa y de muy buen ver –aunque ella se obstine en colocarse corsés imposibles y someterse a sesiones de embellecimiento con excrementos, insectos varios y pastas asquerosas sobre el cuerpo– que encarna Julia Roberts.

    El punto de vista del relato es el de ella, una variación a la que ya nos tiene acostumbrados Julia Roberts: en 'Mary Reilly', de Stephen Frears, se convirtió en el punto de vista original de otro relato célebre, el del doctor Jekyll y Mr. Hyde. Sin embargo, su papel en la historia es realmente inconsistente, fagocitada por la belleza primitiva de su rival Blancanieves, los ridículos encantos de uno de los príncipes más tontos que en el cine han sido (interpretado por Armie Hammer, en las antípodas de su reciente trabajo en el 'J. Edgard' de Clint Eastwood) y la presencia de unos siete enanitos convertidos en bandoleros y que se agigantan en el bosque merced a unos zancos negros propulsados hidráulicamente.

    Así está el patio a la hora de enfrentarse a los cuentos clásicos. Olvidados los espléndidos tiempos en los que, por ejemplo, Neil Jordan y Angela Carter llevaban a un terreno hiriente la historia de Caperucita y el lobo –'En compañía de lobos' (1984)–, un espacio de "madurez" que después ha dado productos ni la mitad de interesantes –'Caperucita roja' (2011), de Catherine Hardwicke–, el cine vuelve la vista hacia el clasicismo del cuento infantil interpretándolo de manera tan atolondrada como en esta película firmada por Tarsem Singh, quien ni siquiera hace gala de su barroquismo habitual (y superfluo) y, además, da rienda suelta a sus orígenes indios con un momento musical a lo Bollywood que estropea lo que había logrado arreglar con la escena de la manzana.

    Veremos que nos depara el inminente futuro en cuanto a las aventuras de Blancanieves se refiere, con la adaptación en clave silente y blanco y negro de Pablo Berger, anunciada como un melodrama gótico con enanos toreros, o la teórica versión oscura a cargo de Rupert Sanders con 'Blancanieves y la leyenda del cazador'.

    A favor: alguna batalla de los enanos en el bosque nevado: negro sobre blanco.

    En contra: ni el registro cómico ni los momentos paródicos acaban de funcionar.

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