Mi cuenta
    Nymphomaniac. Volumen 1
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Nymphomaniac. Volumen 1

    Las edades de Joe

    por Alejandro G.Calvo

    (Lo primero es lo primero. Y es que hay que entender que si Lars Von Trier ha concebido Nymphomaniac como un único filme de cinco horas y media de duración resulta, como mínimo, muy extraño tener que valorar una sola parte del mismo, con el agravante de que ni siquiera es un segmento de la versión completa, sino de una versión final considerablemente más corta (la duración total de ambos volúmenes no superará las cuatro horas). Pero dado que el extravagante (como poco) realizador danés ha sido el responsable de este montaje estrenado en salas, a los críticos de medio mundo nos toca analizarlo como si de una película única se tratara. Por más que está claro que nuestra visión sobre la obra resulta parcial e incompleta (hasta donde yo sé, sí ha habido críticos que han podido ver la película con el metraje completo, pero no en nuestro país). Dicho esto, nos metemos en faena).

    Nymphomaniac Vol. 1 sigue los pasos, estructurados a modo de flash-back cuasi-epistolar, de una mujer adicta al sexo frugal no coincidente (no repite cópula con ningún hombre) llamada Joe –Charlotte Gainsbourg en la vida adulta, Stacy Martin en la joven-, desde su despertar sexual siendo una niña hasta las largas jornadas de sexo diario que le ocupan en su temprana madurez. Atormentada por una vida que considera profundamente inmoral, ésta narra sus vivencias a una suerte de confesor-psicólogo accidental (Stellan Skarsgard) en un guiño que tanto puede evocar al clásico "Las mil y una noches" –presentándose Joe como una moderna Sherezade- como a cualquier relato donde narrador y demiurgo se funden en un juguetón juego de trampantojos –y aquí me valen tanto Keyser Söze como la anciana de Titanic-. Dicha condición lúdica es, de lejos, lo que acaba marcando el tono de la obra; tanto da lo solemne que se quiera poner Von Trier, si ésta película funciona no es por su alto contenido sexual –rodado sin atisbo de erotismo, más cerca de un documental sobre autopsias que de una tórrida serie S-, sino por lo ocurrente de las situaciones mostradas y, eso sí, por lo bien que acaba jugando el cineasta con la imagen. Al menos en eso, sí sigue siendo un absoluto maestro.

    Pongamos una comparación sencilla para que me pueda explicar mejor. Rememoremos una obra maestra del calado de Rompiendo las olas. En ella, la joven protagonista, Bess, es una mujer atormentada por el accidente que ha dejado impedido a su marido que se ve avocada a una vida de perversión sexual donde cada acto inmoral se corresponde con una mejoría de su amado. La vía mística aplicada a este ángel terrestre va del tormento a la expiación, de la tortura a la catarsis para, finalmente, cerrarse como un milagro que, en su día, se celebró/comparó con los de Bergman en El manantial de la doncella y Dreyer en Ordet (La palabra). Casi nada. En comparación, ¿qué nos da la Joe de Nymphomaniac? Pues más bien poca cosa. Más cercana a la protagonista de Las edades de Lulú de Bigas Luna que a cualquier sufrida heroína vista antes en la obra de Von Trier, a Joe básicamente la vemos transitar desde la niñez a la edad adulta pasando por distintas etapas donde el sexo sirve por igual como reclamo, distracción, adicción o, incluso, una suerte de sudoku laboral. Lo curioso del asunto es que cuando más pueril se muestra –magnífico el concurso de polvos en el interior de un tren- mejor funciona la propuesta. Mientras que cuando alcanza gravedad tratando de buscar algo parecido a un significado metafísico a las acciones de la ninfómana, resulta de lo más rijoso y anodino.

    Von Trier siempre ha sido un hombre que se ha movido con comodidad en los excesos. Un domador inteligente, amén de tremendamente talentoso, capaz de convertir un tapiz barroco en un mundo de signos fácilmente aprehensibles. Alguien a quién aplaudir por su dinámica kamikaze, tratando de revolucionar, aunque fuera con palabras huecas, el mundo del séptimo arte. Tengo la sensación de que con los años la distancia que separa en su obra lo sublime de lo risible cada vez es más insalvable. Lo pensé en Anticristo, me reafirmé en Melancolia y aún lo sentí más agravado en este primer volumen de Nymphomaniac. Un ejemplo fácil sería citar la secuencia protagonizada por la Señora H. (Uma Thurman), una pieza tragicómica brutal –podría venderse como el mejor cortometraje de los últimos años- que en su mezcla de desesperación y patetismo ya queda entre lo mejor que ha dado al cine el realizador danés. Lamentablemente a dicha secuencia le sigue un largo y triste episodio, de nombre “Delirium”, donde Von Trier se muestra moralista y cruel en aras a buscar una respuesta casi física en el espectador, digna del más pobre Alejandro González Iñárritu.

    Y eso es Nymphomaniac Vol. 1: una divertida película con el sexo como leit motiv, trufada de magníficos elementos visuales –otro de los grandes aciertos de la cinta- y todo tipo de referencias pop –cinematográficas (Eisenstein), musicales (Bach), matemáticas (Fibonacci), literarias (Poe), deportistas (pesca con mosca)- que, lejos de estar agazapadas entre las costuras de la obra, son escupidas al espectador en un juego de complicidades que tan pronto puede resultar un chiste pueril como un hallazgo de lo más sorprendente. Así es Lars Von Trier, un hombre que no conoce las medias tintas.

    A favor: Es probable que Lars Von Trier sea el primer realizador en conseguir una buena interpretación tanto de Shia Labeouf como de Christian Slater.

    En contra: Que hay que esperar un mes para ver el segundo volumen.

    ¿Quieres leer más críticas?

    Comentarios

    Back to Top