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    Dead Man Down (La venganza del hombre muerto)
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Dead Man Down (La venganza del hombre muerto)

    El asesino y la peluquera

    por Paula Arantzazu Ruiz

    La mezcla es explosiva: Niels Arden Orpev repitiendo con Noomi Rapace tras 'The Girl with the Dragon Tatoo', Colin Farell e ¡Isabelle Hupert! en un thriller hilvanado por el deseo de venganza. En efecto, 'Dead Man Down (La venganza del hombre muerto)' es un claro ejemplo de globalpudding contemporáneo que, como buen experimento, posee aciertos y algún que otro traspiés.

    En la sombría puesta en escena del cineasta danés se adivinan ciertas intenciones de crear un thriller dramático sobre dos personajes al filo de sí mismos, el matón de un mafioso (Farell) y una esteticien cuya cara ha quedado resquebrajada tras un accidente de tráfico (Rapace), ambos animales heridos y solitarios, sedientos de venganza. Sobre el papel, los protagonistas son poderosos, y siguen la estela de los personajes que pueblan los melodramas de acción de James Gray y a la vez se descubren tan inverosímiles como las historias cruzadas de Antoine Fuqua ('Los amos de Brooklyn'). Ya en pantalla, sin embargo, la ecuación resulta muy disparatada pero también muy divertida. Y es que la química sexual entre Rapace y Farell es mínima, pero la compadrarería de ambos en las escenas de acción no sólo impacta, sino que hace temblar a quienes les rodean.

    Así las cosas, Arden Orpev, con más medios que en su etapa europea, se presenta como un dotado cineasta para la acción, pero con poca mano para imponer su visión de la historia. Hay una arritmia narrativa -las escenas más íntimas entre los protagonistas no consiguen convencer- que acaba por convertir el filme en una suerte de pastiche que juega a ser muchos géneros sin lograr erigirse como un trabajo transversal. Al final, para poner en vereda ciertos entuertos de 'Dead Man Down' (entre ellos, fichar a Isabelle Huppert), se opta por resolverlo todo a base de explosiones. Y, ojo, son muy espectaculares. Aunque poco coherentes.

    A favor: El arranque del filme, una secuencia de acción en un laboratorio de droga, es espectacular.

    En contra: Isabelle Huppert en el papel de una señora francesa sorda aficionada a cocinar galletas. Un suma y sigue imposible.

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