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    Les doy un año
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Les doy un año

    Anti-comedia romántica para desenamorados irredentos

    por Daniel de Partearroyo

    Con los guiones de Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994) y Notting Hill (Roger Michell, 1999) más sus películas también como director —especialmente Love Actually (2003) y Una cuestión de tiempo (2013)—, Richard Curtis ha dejado una huella muy firme en la configuración de la comedia romántica británica de las dos últimas décadas. La receta podría consistir en dos medidas de sensiblería por una de humor ordinario rebajado, todo agitado con una pizca de picaresca y servido sobre hoyuelos tipo Hugh Grant o similares. Esa es la fórmula que quiere despedazar Dan Mazer en su primer trabajo desvinculado de Sacha Baron Cohen —Mazer fue su productor y guionista, primero en televisión y luego en el cine: Ali G anda suelto (Mark Mylod, 2002), Borat (Larry Charles, 2006) y Brüno (Larry Charles, 2009)—, una anti-comedia romántica tan consciente de su ecosistema que un personaje llega a describir la boda inicial como "sacada de una película de Hugh Grant".

    El gran acierto de Mazer reside en lo bien que conoce el modelo Curtis de humor domesticado. Así puede añadirle revoluciones sin casi tambalearlo, pero sí apostando por una comicidad mucho más radical, que parece inspirada en notas tomadas tras ver las manifestaciones de la Nueva Comedia Americana durante la última década. El creciente desencuentro entre Rose Byrne y Rafe Spall como pareja de recién casados que empiezan a darse cuenta demasiado tarde de que quizás no estén hechos el uno para el otro habría dado para una comedia chisposa con la agudeza de dar la vuelta al arquetipo romántico, pero Les doy un año le suma una pertinente colección de secundarios chiflados —los tres mejores: Olivia Colman, Stephen Merchant y Minnie Driver; Anna Faris resulta completamente desaprovechada— que dinamitan cualquier atisbo de calma en el relato.

     Como en las películas de Nicholas Stoller —Eternamente comprometidos (2012) puede ser una gran pareja en clave de desamor moderno—, los personajes secundarios no son las únicas fuentes de comicidad pasada de vueltas. Les doy un año no sólo se beneficia de contar con una actriz tan versátil como Rose Byrne, sino que diseña set pieces cómicas conceptuales de humor grueso o desbordado sobre las que no duda en lanzar a sus protagonistas: cierto encuentro con palomas es tan inolvidable como la partida de mímica más incómoda de todos los tiempos. Lo malo es que al deberse por completo a sus gags, la película termina por olvidar a los personajes y no duda en desdibujarlos o malearlos de un lado a otro si eso sirve a tan superiores propósitos humorísticos. Lo que queda entonces es una mandíbula anestesiada por el efecto de las carcajadas, pero poco recuerdo profundo de la historia contada. Pero, a fin de cuentas, ¿no ocurre lo último con todas esas comedias románticas con el sello Curtis cuando se han hecho indistinguibles entre sí? 

    A favor: El talento cómico de Rose Byrne, tan indudable como en 'La boda de mi mejor amiga' o 'Malditos vecinos'.

    En contra: La irreparable claudicación ante varios clichés que busca subvertir.

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