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    Objetivo: La Casa Blanca
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Objetivo: La Casa Blanca

    Subcontratando a Jack Bauer

    por Daniel de Partearroyo

    En muchos sentidos, la productora Millennium Films es lo más parecido a la extinta Cannon que se puede encontrar en el ecosistema empresarial del Hollywood actual. Al igual que aquel estudio famoso por colmar los videoclubs de los ochenta con toneladas de cintas de acción bruta, cine autocombustible y, no lo olvidemos, también películas arriesgadas como 'Corrientes de amor' (John Cassavetes, 1984), Millennium, comandada por el antiguo soldado israelí Avi Lerner, tiene muy claros los fundamentos económicos sobre los que asentar su negocio cinematográfico: conseguir el máximo beneficio a partir de los mínimos gastos posibles. Con dicho espíritu han sacado adelante títulos del cine de acción reciente que parecen importados desde hace un cuarto de siglo ('Desafío a la muerte', 'John Rambo', 'The Mechanic', 'The Iceman'...), estrategia que ha culminado en su saga estrella: 'Los mercenarios'. Sirva esa política empresarial para entender la genealogía donde hay que inscribir 'Objetivo: La Casa Blanca'. Un cine de resultados rápidos y fórmulas probadas, bravucón pero humilde, de golpes en los pómulos ajenos en vez del pecho propio.

    En definitiva, un cine a la medida de personajes como Mike Banning, el exagente del Servicio Secreto que interpreta Gerard Butler: con mucha fuerza bruta dentro y un cupo de frases lapidarias más limitado que el de puñetazos. 18 meses después de que lograra salvar al Presidente de EE UU (Aaron Eckhart, a quien nadie recordará en este papel) de un accidente de coche pero no impedir la muerte de la Primera Dama Ashley Judd (para desgracia de su marido, su hijo y el público de la sala), Banning es el único hombre de bien que queda en pie después de que un comando de terroristas norcoreanos se infiltre y tome el control de la Casa Blanca en tiempo récord, poniendo a todo el país al borde de la aniquilación nuclear. Afortunadamente, su experiencia y una asimilación completa de las enseñanzas de John McClane y Jack Bauer le permitirán convertirse en el héroe del día y de una heterogénea ristra de mejores intérpretes (Morgan Freeman, Melissa Leo, Angela Bassett, Robert Forster) que, como buenos secundarios decorativos, se limitan a no molestar en la carnicería. Pueden dejar sus nominaciones al Oscar en casa, gracias.

    Asimismo, el director Antoine Fuqua parece haber ido vulgarizando cada vez más el músculo formal según avanza su filmografía, hasta convertirse en el 'tiraplanos' anónimo y eficaz para este tipo de propuesta. Las escenas de acción, ricas y satisfactorias en cuanto a violencia, duración y conteo de cadáveres, son la esencia sabrosa de un guión aplicado al repaso previsible de tópicos (no falta ni el escandalosamente insustancial personaje femenino de Radha Mitchell) al que le habría venido bien un poco más de humor. Aunque, quizás, ya sea suficiente con el que aportan los imprescindibles insertos de patriotismo o los pobres efectos CGI de una producción acelerada para llegar a la cartelera antes que la otra okupación del 1600 de la Avenida de Pensilvania, 'Asalto al poder', dirigida por Roland Emmerich y con más del doble de presupuesto. En el caso de 'Objetivo: La Casa Blanca' hay que agradecer que ésa y otras limitaciones de Millennium hayan permitido tener las cosas tan claras para brindar entretenimiento que no se avergüenza de ser tan burro. En todos los sentidos.

    A favor: La utilización de un busto de Abraham Lincoln como eficaz arma antiterrorista.

    En contra: Los intentos por acercar la narración al "tiempo real" con insertos constantes de relojes marcando la hora no logran nada; por muy Bauer que sea este Banning, seguimos esperando la película de '24'.

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