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    Dioses de Egipto
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Dioses de Egipto

    La batalla de los mitos gigantes

    por Marcos Gandía

    Extremadamente curiosa la carrera y la filmografía de Alex Proyas, de esos autores que deslumbran con uno de primeros trabajos en concreto, la colosal Dark City, en cada visionado todavía tan rica y ambigua en sus recovecos que lo de estatus de culto se le queda corta. Pero parece que la maldición que alcanzara a su debut en el mainstream hollywoodiense, la previa El cuervo (la muerte accidental de Brandon Lee durante el rodaje debido a un arma de fuego que no era de atrezzo), se hubiera cebado con él a posteriori. Ni la onírica Dark City funcionó en su momento ni tuvieron la repercusión esperada blockbusters como las muy interesantes Yo robot y Visiones del futuro.

    Dioses de Egipto ha vuelto a pinchar en la taquilla estadounidense a pesar de su espectacularidad y su condición de superproducción fantástica. Tal vez sean (seguro que sí) malos tiempos para la lírica del tratar de resucitar al péplum mitológico, pero no por ello uno debería perderse esta alucinante fábula colosal que reescribe ese desparpajo de películas como la italiana Los titanes o las dos versiones, separadas por décadas, de Furia de titanes. Hacerlo conllevaría no entrar en el juego que Proyas y su guionista nos plantean de una manera tan lúdica como cómplice: convertir un folletín (a ratos una soap opera digna de la versión Stargate de Dinastía o Los Colby) entre dioses decididamente drags en un anime de criaturas de tamaño XXL que sobrevuelan cielos, poblaciones, pirámides y palacios espaciales totalmente art decó. Y quien dice que estamos ante los Godzilla o Mothra antropomórficos y muy cabareteros de la mitología egipcia, sabrá decir que reconoce asimismo a ese Horus como alguien que está entre un superhéroe Marvel galáctico, entre Thanos o Galactus, y una criatura de Evangelion.

    También película de robots gigantes, un Transformers con actores sobreactuados, muy maquillados, vestidos de manera hortera y filmados a gran escala, Dioses de Egipto mira al género, al fantástico y al péplum, con tanto conocimiento de sus encantos y debilidades (unos diálogos tan rimbombantes como esos aires de tragedia shakespeareana) como sentido del humor. Servidor, que sabe de las debilidades, los encantos y la tragedia profesional de Alex Proyas, le da el nihil obstat a este desmadre sideral que no sólo envidiaría Roland Emmerich, sino también un Terenci Moix a quien quisiéramos preparar para ser fan de las marvelitas guerras del infinito.

    A favor: que sea una space opera mitológica con dioses gigantes.

    En contra: cae en una fealdad visual que a veces no la favorece.

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