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    Cincuenta sombras liberadas
    Críticas
    2,0
    Pasable
    Cincuenta sombras liberadas

    Adiós para siempre, señor Grey

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Liberación. De eso va esta tercera y última entrega de la saga 50 sombras, adaptación cinematográfica de la trilogía firmada por E.L. James, y sin lugar a dudas quien firma esto, que ha sido espectadora de la primera, la segunda y la última película de la franquicia, se siente aliviada por no tener que ver nunca más en la vida a Anastasia Steele y Christian Grey. Si 50 sombras de Grey tenía un pase gracias a las piruetas de una Sam Taylor-Johnson y a una Dakota Johnson que trataban de darle más ligereza y humor al espantoso libro de James, y la segunda cinta confirmaba que la cuestión erótica no era más que una mascarada para narrar el ascenso social de un arquetipo femenino cuestionable, 50 sombras liberadas, de nuevo dirigida por James Foley, aparece como un añadido anticlimático que incluso parece que anda con prisas para dar por finiquitada la empresa. Pese al menor metraje y al ritmo más al trote del relato, el tercer capítulo del romance entre Steele y Grey sigue aburriendo soberanamente. Es una obviedad, pero lo único de este mundo que produce más aburrimiento que las películas 50 sombras son los libros de James.

    Dicho lo cual, cabe recapitular y 50 sombras liberadas comienza donde la otra terminaba, con la ansiada boda entre Ana y Christian. Aquí ocupa los créditos y se asemeja antes a un anuncio de trajes de novia que a un verdadero momento de unión emocional. Nada nuevo para una franquicia sobre la cual las sospechas de mala química entre sus protagonistas han sido constantes. Sea como fuere, de ahí el largometraje nos traslada a las inevitables postales de lujo y arrumacos en París y la Costa Azul, lugares de la luna de miel, solo interrumpida por un sabotaje en los headquarters Grey. Ese primer coitus interruptus, de hecho, explica bastante bien lo que vamos a encontrarnos a lo largo de la película: menos carne y más thriller, aunque sea suspense funcional de baja intensidad y mala calidad. Foley no se ha complicado la vida en las tareas de dirección y la cinta está narrada de manera básica, de tal modo que si hubiera que buscar un símil sexual en el gran compendio del ars amatoria, la cosa no pasaría de un misionero rápido porque, entre otras cosas, hasta las escenas sexuales son más cortas. Así, y ya por concluir, 50 sombras liberadas más que una tercera entrega se presenta como un epílogo (flojo) de la saga, que, como no puede ser de otra manera, presenta la cuestión de la paternidad –conflictiva para Grey, por supuesto– como el gran muro que separa a los amantes.

    No sería un problema si no fuera porque los motivos, argumentos y resoluciones son tan pobres que incluso la idea de ir contra todo ello provoca un bostezo. Por fortuna, ya acabó.

    A favor: Que por fin termina.

    En contra: Que no lo hubiera hecho antes (esta tercera película no ofrece nada).

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