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    3 corazones
    Críticas
    3,5
    Buena
    3 corazones

    Juegos de la ficción

    por Israel Paredes

    Aunque Benoît Jacquot lleva trabajando desde 1977, no fue hasta Villa Amalia en 2009 cuando comenzó a ser relativamente conocido en nuestro país, a lo que continúo ayudando Adiós a la reina en 2012. Una pena si se tiene en cuenta que en su filmografía encontramos títulos como La chica sola, La escuela de la carne, Sade, Adolphe o L’intouchable, películas que muestran a un director inquieto y diferente que aunque irregular en su conjunto posee un gran interés.

    3 corazones no es quizá la mejor película para conocer lo que anteriormente ha realizado Jacquot, pero sí para entender que es un cineasta que se mueve siempre en el desconcierto, que busca la ruptura a partir de elementos más o menos comunes a partir de los cuales ir variando y experimentando. En su nueva película, el director parte de un melodrama a tres bandas que posee un sentido de tragedia que, sin embargo, es reducido gracia a una fina ironía y a un sentido del humor muy negro que va introduciéndose en la historia de manera tan intermitente como efectiva.

    Un triángulo amoroso basado en lo circunstancial, en lo azaroso, y que se debe aceptar desde el comienzo, articula una película en la que el ritmo melodramático viene marcado por una atmósfera de thriller que aunque no novedosa, supone que la intersección de géneros acabe dando como resultado un sentido de juego de/con la ficción en la que todo es posible si se narra con los elementos adecuados (y de la manera adecuada, claro). La tensión e, incluso, cierta idea de intriga, modulan el desarrollo melodramático, sin posibilidad de llegar a lo desaforado. Una historia de amor, cierto, pero llena de negrura. Jacquot mueve a sus personajes por la ficción como piezas suspendidas por el azar, y es el cineasta quien logra que tengan sentido y forma. El cine/la ficción ordena y da sentido a lo imposible.

    Uno de los elementos fundamentales es la música de Bruno Coulais, quien compone una partitura más cercana al cine de intriga, con tonalidades muy altisonantes, y que crean una dialéctica entre imagen y música que logra crear, no tanto confusión, una atmósfera muy particular, tanto rompiendo como expandiendo al mismo tiempo el sentido melodramático de la historia. Por otro lado, Jacquot imprime un ritmo muy orgánico a la narración que se relaciona con las pulsiones emocionales de los personajes e imprime a la película de un desarrollo argumental muy particular, tan atento a la evolución de los sucesos como a otras cuestiones más sensoriales. Y aunque el procedimiento es desigual, con cierto desequilibrio en la estructura, y, en determinados tramos, el interés por la trama decae, lo cierto es que el cineasta francés vuelve a mostrar un claro intento de alejarse de la norma.

    Lo mejor: Los actores y el sentido de juego cinematográfico de Jacquot.

    Lo peor: Que la historia está demasiado alargada, sobra algo de metraje.

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