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    Vivir es fácil con los ojos cerrados
    Críticas
    3,5
    Buena
    Vivir es fácil con los ojos cerrados

    Un poco de luz en la oscuridad

    por Beatriz Martínez

    Resulta complicado encontrar puntos de conexión entre las diferentes películas que conforman la filmografía de David Trueba. Todas sus obras son muy distintas entre sí, aunque si hay algo que las vincula, sin duda sería el compromiso ético y político que subyace en ellas y un marcado tono nostálgico hacia el pasado cinéfilo y experiencial del propio cineasta. Estas dos líneas expresivas han terminado por unirse en 'Vivir es fácil con los ojos cerrados', en la que el cineasta echa la vista atrás al pasado reciente de nuestro país, a los años sesenta, para construir un relato en el que late el espíritu de lucha frente a una realidad incómoda y también toda una serie de apuntes de naturaleza mucho más personal en torno a una generación (la de sus padres), que de alguna manera fueron los héroes anónimos que pusieron en marcha los cimientos de la democracia.

    En medio de la rutina acomodaticia que parecía haberse instalado en la sociedad, tres personajes de edades diferentes y circunstancias vitales sin nada que ver entre sí, se encuentran en las carreteras todavía a medio hacer de una España polvorienta y desangelada. Un profesor de secundaria de mediana edad que enseña a sus alumnos inglés y cuyo ídolo es John Lennon, busca encontrarse con el cantante durante su estancia en un rodaje en Almería. Una joven que se ha quedado embarazada y no sabe qué hacer con su vida, se encuentra errante y perdida, y un adolescente que se ha empeñado en imponer su criterio y preferencias frente a las imposiciones paternas, se ha escapado de casa. Tres seres un tanto indefensos e inocentes que anhelan la libertad, librarse de las ataduras que a cada uno le constriñen en sus realidades independientes y buscar salir de ese estado de reglas que los oprimen.

    A partir de esto, David Trueba construye una road movie de espíritu episódico y picaresco, marcada por el contraste entre mentalidades y por la búsqueda personal de los personajes de alcanzar sus sueños de independencia individual, ya sea a través de una canción o de un beso. Hay muchos pequeños detalles que llenan de encanto esta película pequeña y humilde que sin duda provoca una irremediable cercanía gracias a esa inmediatez y simpleza en el trazo que desprende y ese tono luminoso que contrasta con la cerrazón mental circundante. Puede que sea tachada como una película fácil y poco valiente. Sin duda fue la menos arriesgada propuesta de las películas españolas presentadas en el Festival de San Sebastián, pero es innegable que su esencia popular entronca con un tipo de cine español de toda la vida que hacía tiempo que no encontraba en la pantalla una representación tan armoniosa. El director imprime un ritmo fluido y juguetón a la narración y consigue reunir a un elenco de actores estupendo capitaneado por un entrañable Javier Cámara.

    A favor: Sus actores. La facilidad con la que se desarrolla la acción. Su banda sonora a ritmo de jazz.

    En contra: Su exceso de amabilidad embelesa mientras se ve, pero se echa en falta un poco más de garra incisiva.

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