Mi cuenta
    Morgan
    Críticas
    3,5
    Buena
    Morgan

    Experimentos Robóticos

    por Paula Arantzazu Ruiz

    Podría parecer bastante obvio el interés de Luke Scott en la ciencia-ficción, dado su condición de hijo de Ridley Scott, el maestro que nos trajo cumbres del género como Alien, el octavo pasajero (1979), Blade Runner (1982) y en menor medida The Martian (2015), pero la corta trayectoria en solitario del vástago, un cortometraje llamado Loom (2012) en torno a futuros distópicos, y este Morgan, sobre inteligencias artificiales, demuestra un interés genuino en el siempre interesante campo de los futuros apocalípticos y del robot como un ente que de un modo u otro supone una amenaza al ser humano.

    Aunque se le podía haber pedido más a su primer largometraje, la ópera prima de Luke Scott sabe manejar los referentes del género en el que se mueve. Encontramos ecos de Blade Runner, inevitable, también Morgan es deudora de Frankenstein (1931), el clásico de James Whale –el sugerente clímax de la película coge unos cuantos elementos reconocibles por los cinéfilos–, aunque sobre todo bebe del relato creado por Mary Shelley al plantear qué sucede cuando los humanos jugamos a ser Dios. El primer tramo de Morgan es ciertamente prometedor. La presentación de los personajes, desde la investigadora Lee Weathers (una solvente Kate Mara) a Jennifer Jason-Leigh, Toby Jones, Michelle Yeoh, Brian Cox o Paul Giamatti, es elegante y va adentrándonos en el suspense de manera pulcra y sinuosa. El problema de Morgan aparece cuando la inteligencia artificial que da título a la película (un inquietante híbrido interpretado con ambigua rigidez por Anya Taylor-Joy) ha de enfrentarse al singular test de Turing impulsado por el personaje de Giamatti. A partir de ahí la película sufre algunos altibajos y parece perdida de foco, abandonando el tono de misterio biotecnológico de su arranque para dejarse llevar por la habitual maraña de patadas que desequilibran el tono que iba fraguando hasta entonces. Es el paso previo a un desenlace algo previsible que, no obstante, contiene dos o tres ideas plásticas lo suficientemente atractivas como para no pasarlas por alto.

    A favor: Sus pocas pretensiones y su autoconsciencia de ciencia-ficción pulp.

    En contra: Que no desarrolle más la intrahistoria de una inteligencia artificial tan radical como el híbrido Morgan.

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