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    Como la Espuma
    Críticas
    3,5
    Buena
    Como la Espuma

    La comedia frente sí misma

    por Carlos Losilla

    ¿Recuerdan El guateque, aquella película de Blake Edwards en la que el gran Peter Sellers se paseaba por una fiesta de la aristocracia hollywoodiense como elefante en cacharrería? Pues no la alejen demasiado de su mente si van a ver Como la espuma, el último largo de Roberto Pérez Toledo. Y no porque esta película se parezca argumentalmente a la de Edwards –que también— sino sobre todo porque comparten un sustrato común, una intención parecida que a su vez podría extenderse a una cierta tendencia del género: aquí una orgía en una casa suburbana, alrededor de una piscina, se convierte a la vez en un estudio de caracteres y en un experimento pop, una comedia que no bebe tanto de la tradición española –que también—como de ese bullicioso universo en vivos colores que significa una cierta visión más o menos atemporal del género, pero simultáneamente basada en ejemplares parecidos que podrían ir desde los años 50 hasta la actualidad, desde Richard Quine hasta Ben Stiller.

    Los toques de distorsión son continuos: el protagonista, por ejemplo, no es un galán al uso, sino un tipo confinado a una silla de ruedas que vive amargado por su condición y no está para fiestas, valga la metáfora; la celebración de su cumpleaños, por lo tanto, no será un guateque como todos los demás, sino una reunión de corazones solitarios que querrán follar, por supuesto, pero también abrir su corazoncito a los demás… Y ese enfoque enrarecido, que transita continuamente entre la risa y la piedad, entre la identificación y el distanciamiento, entre la fantasía colorista y la parábola siniestra, puede que a veces se le vaya de las manos a su responsable, se disperse en innumerables anécdotas que acaban acumulándose un poco desordenadamente, pero nunca pierde de vista su objetivo: la descripción de un abigarrado grupo humano en busca de la felicidad, la odisea de un cineasta en busca de un ritmo y una puesta en escena que aplicar a ese material en apariencia ingobernable. No siempre lo consigue, insisto, pero cuando todo cuaja Como la espuma se convierte en una propuesta por completo infrecuente en el cine español de ahora, una comedia que huye tanto de las tendencias más comerciales como de la tentación a veces fácil del post-humor para situarse en un lugar no muy identificado en estos parajes, quizá el lugar del riesgo y la subversión.

    A favor: no quiere fijarse en ningún territorio conocido y lo consigue.

    En contra: esa obsesión por la originalidad, paradójicamente, la lleva a veces hacia ciertos tics repetitivos.

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