Dios tiene que ver poco con lo que hacen, deciden y sufren los personajes del filme de Rodrigo Sorogoyen, tanto el violador y asesino de ancianas como los dos agentes de policía que deben darle caza, así que ni Dios ni nadie va a perdonarles sus actos y las consecuencias que estos tienen.
Dios está presente en off, con la visita papal a Madrid, un apunte de situación antes que un escenario concreto. Dios y su ausencia, porque nadie cree en él, al menos los que desfilan por la pantalla, y es difícil que crean una vez se baja el telón del drama. Madrid, agosto, muchísimo calor, la ciudad en alerta por la visita del Papa, el violador que campa a sus anchas. Nada como dos seres asociales y obsesivos, a su manera, para perseguir a un homicida obsesivo, sanguinario y ritual. Alberto de la Torre y Roberto Álamo encarnan a una de las parejas habituales del policíaco basado en la dualidad de
Leer crítica