Hay figuras de la historia, o que pertenecen a cierto imaginario relacionado con lo sagrado, a las que resulta imposible no representar sin salirse de la tradición marcada. Sucede, sobre todo, con los personajes religiosos –también con ciertas autoridades políticas: ahí está el caso de censura en Rusia de La muerte de Stalin, de Armando Iannucci–, y el biopic María Magdalena, con Rooney Mara en el papel de la ‘apóstol de apóstoles’ y con Joaquin Phoenix como Jesucristo, sólo hace que confirmar ese respeto, demasiado riguroso, con el que todavía hoy interpretamos algunas cuestiones del pasado.
María Magdalena es una película que revisa, en clave feminista, el relato de la única discípula mujer de Cristo, que se vio marginada de los textos oficiales cuando el papa Gregorio Magno en el siglo VI puso en circulación que era prostituta, y que el único papel que tuvo en el camino hacia la Cruz
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