Los gitanos, así en general, están que arden. Después de lo de Rosalía, que fue muy fuerte, una vasca se atreve a ‘apropiarse’ de sus jóvenes lesbianas, que se ven obligadas a vivir su sexualidad en la clandestinidad. No hay mucho que decir al respecto, tanto las obtusas polémicas como la propia película de Arantxa Echevarría, que retrata lo que sucede aquí y ahora, evidencian hasta qué punto es necesario abrir puertas y ventanas en una comunidad que se quiere inmune al paso del tiempo: ¡Que corra un poco el aire! Y menos teniendo en cuenta que la realizadora ha apostado por un respetuoso tono naturalista que evita los clichés sensacionalistas a los que se suele reducir la etnia gitana vista por los payos. Ni violencia, ni delincuencia, cargan las tintas del inevitable enfrentamiento entre estas dos chicas que se aman y el resto de la comunidad, que tratará de asfixiar su deseo. La puest
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