Así se crea una nueva estrella del cine de acción
por Andrea ZamoraSiguiendo el ejemplo de Edgar Wright en The Running Man, vayamos al grano: la nueva adaptación del relato de Stephen King es puro espectáculo de principio a fin y una de las películas de acción más destacadas del año. El filme de ciencia ficción es, también, el título con el que se crea una nueva estrella del cine de acción: Glen Powell confirma, con esta frenética propuesta, que ha nacido para este tipo de papeles.
Leer la crítica completa de The Running Man: Así se crea una nueva estrella del cine de acción: 'The Running Man' es pura acción y entretenimiento de principio a fin
Cuando King escribió The Running Man en 1973 -aunque no vería la luz hasta 1982- imaginó un 2025 distópico en el que Norteamérica se había transformado en un país dominado por los más poderosos, empeñados en exprimir aún más al proletariado. También concibió una sociedad controlada por la telerrealidad, convertida en un instrumento capaz de adoctrinar a la población y distorsionar la verdad a voluntad.
El protagonista, Ben Richards, es un ciudadano común que, tras perder su empleo y verse incapaz de pagar las medicinas de su hija enferma, decide participar en The Running Man: un brutal concurso televisivo en el que los concursantes deben huir de asesinos profesionales mientras cualquier persona puede delatarlos. Si logran sobrevivir 30 días, ganan. Es imposible.
Paramount Pictures
Wright no tarda en mostrar sus intenciones. En apenas un par de escenas establece de forma nítida el funcionamiento de este mundo. Con ese terreno ya preparado, se lanza sin rodeos a la acción: Richards se inscribe en el programa, supera las pruebas necesarias, firma el contrato, conoce al despiadado productor Dan Killian y es arrojado al juego mortal. A partir de ese instante, la película se convierte en una persecución continua con muy pocos respiros.
Casilla a casilla, acierto tras acierto, Wright y Powell construyen un filme concebido para quienes buscan una buena dosis de acción. The Running Man evoca esos clásicos de acción de los noventa y que, salvo en excepciones, no intenta ser más de lo que se propone.
El reparto también destaca. Todos los personajes están bien definidos: desde el propio Richards hasta el asesino enmascarado al que da vida un despreocupado Lee Pace; el carismático presentador interpretado por Colman Domingo y el codicioso productor que encarna Josh Brolin. Los secundarios, interpretados por Michael Cera y William H. Macy, encajan con naturalidad en el relato. El personaje de Emilia Jones chirría un poco en el tramo final, aunque funciona como reflejo de la sociedad imaginada por King hace más de cincuenta años, una que Wright ha sabido trasladar en imágenes.
Y, sin duda, el gran beneficiado es Powell, que sostiene la película con solvencia. Su manejo tanto del drama como de la comedia le permite crear un protagonista cercano, alguien que quieres que gane la partida
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Wright, que usa de forma efectiva cómo el programa The Running Man manipula la realidad para favorecer una narrativa u otra -presenta a Ben Richards como un villano para que el público no le apoye-, falla en el desenlace de la película. Sin embargo, tropieza en el desenlace. Aunque se entiende su intención de ofrecer un cierre más optimista que el de la novela, el resultado provoca cierta disonancia: da la sensación de que la historia se dirige hacia un punto que no encaja del todo con lo que se ha mostrado antes. Esto, sumado a algún momento más flojo, hace que se te pase por la cabeza eso de mirar qué hora es.
Aun así, queda claro que esta sí es la adaptación que la obra de King se merecía. Perseguido (1987), la versión protagonizada por Arnold Schwarzenegger, con su exceso de frases forzadas para engrandecer al héroe, su estética pasada de moda y su envejecimiento poco amable, parece casi una falta de respeto hacia el original. En ese aspecto, esta The Running Man, la de Wright y Powell, es todo lo que está bien en el universo de las adaptaciones del rey del terror.