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    Jennifer Lawrence se convierte en la nueva reina de estilo de Hollywood a golpe de 'looks' minimalistas y sofisticados
    Cristina Sobrino
    Cristina Sobrino
    -Redactora de 'lifestyle'
    Periodista de lifestyle y moda. Fan de los desayunos de hotel y hater del vinagre de Módena. Un poco chica tres 60. Me gusta adentrarme en los rincones recónditos de la cultura pop

    La actriz ha vuelto este año a la gran pantalla con 'Sin malos rollos' y lo ha hecho por todo lo alto en cuanto a moda para crear una nueva imagen de sí misma

    Muchas veces hablamos de casualidades, pero nunca estamos seguras de cuánto de realidad hay en ellas. Sería absurdo negar que la moda es una forma más de comunicar y una prueba de ello es todo lo que tiene que decir el lujo silencioso del personaje de Shiv Roy en Succession o simplemente cualquier vestuario de cualquier producción que esté bien orquestado.

    Sin malos rollos
    Sin malos rollos
    Fecha de estreno 23 de junio de 2023 | 1h 43min
    Dirigida por Gene Stupnitsky
    Con Jennifer Lawrence, Andrew Barth Feldman, Laura Benanti
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    2,9

    Por supuesto, con las 'celebrities' pasa lo mismo. Por ejemplo, en 2020 Natalie Portman llevó a los Oscar una capa de terciopelo con bordados en oro con nombres de diferentes directoras que hicieron un trabajo de calidad en algún punto pero se quedaron fuera de las nominaciones de los premios, incluida Greta Gerwig, a los mandos de Barbie, por Mujercitas.

    Otro gran escenario para momentos de reivindicación es la Gala MET, donde vimos a la política demócrata Alexandria Ocasio-Cortez en 2021 con un vestido blanco con palabras en rojo que rezaban "Tax the rich", que viene a decir que se grave con impuestos a los más ricos. Ese mismo año Cara Delevingne asistió también a la noche más esperada de la moda con un corsé en el que se podía leer "Peg the patriachy", que si lo traducimos de forma suave es algo así como que le den al patriarcado.

    Estos mensajes de los ejemplos se hacen llegar de una forma mucho más directa y evidente, pero no todos los cambios o propuestas de vestuario para comunicar algo tienen que darse así y el último caso que más impacto ha tenido en este sentido ha sido el de Jennifer Lawrence, que tras su vuelta al cine después de un parón durante el que ha sido madre se ha presentado con una estética mucho más depurada y aparentemente relajada que la ha coronado como nueva musa del minimalismo y del mencionado al principio lujo silencioso.

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    Desde 2019 la actriz protagonista de una de las sagas más populares de todos los tiempos, Los Juegos del Hambre, trabaja con la estilista Jamie Mizrahi, encargada también de crear los 'looks' de Adele o Riley Keough. Desde 2013, Jennifer Lawrence es embajadora de Dior, firma que la vistió con un diseño valorado en cuatro millones de euros para recoger su Oscar a Mejor actriz por su papel en El lado bueno de las cosas.

    El estilo previo de la intérprete lo podemos recordar como llamativo, juvenil, elegante y siempre con un punto sexy o atrevido que muchas veces tendía a la sexualización por parte de la sociedad. Y sí, son cosas diferentes. En febrero de 2018 presentó en Londres Gorrión Rojo y fue duramente criticada por aparecer en una azotea de la capital inglesa con un diseño de Versace que recordaba al icónico que en su momento vistió Elizabeth Hurley en una de sus apariciones con Hugh Grant en los 90 cuando estos eran pareja. Las críticas, o mejor dicho los críticos, fueron feroces. Pero qué hacía ella con tantísimo frío en una 'rooftop' rodeada por sus compañeros de rodaje, todos bien abrigados, y ella tan expuesta. Sin duda, una conversación con muchos matices que la mayoría de los que entraron en ella no podrían apreciar.

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    Ese mismo año se vio envuelta de lleno en el movimiento #MeToo. Su nombre fue uno de los señalados, decían que se había acostado con Harvey Weinstein bajo la promesa de progresar en Hollywood, algo que la actriz negó rotundamente. Eso sí, antes de ello tardó en pronunciarse respecto a esta revolución y todas las miradas comenzaron a posarse en ella, sobre todo porque siempre había mantenido una actitud natural respecto a muchos temas. Conviene recordar que Jennifer Lawrence se crio en el seno de una familia de lo más tradicional y republicana.

    Fue entonces, en 2018, cuando dijo que se tomaría un descanso de los focos, según comentó, sentía que la gente se había hartado de ella, que no estaba haciendo cine de calidad, y cuando volvió lo hizo con nuevos títulos bajo el brazo, algunos tan potentes como No mires arriba, y un estilo que le confirió todo aquello que probablemente fuese buscando tras los episodios anteriores: sobriedad, pureza, sofisticación, atemporalidad, minimalismo, elegancia e incluso madurez. Y sí, sé bien lo durísimo que suena que todo lo anterior no pueda ser compatible con esto a veces o dependiendo de a ojos de quién.

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    Este año, desde su aparición en Cannes para presenta Bread and Roses, un documental producido por ella sobre las experiencias de las mujeres afganas bajo el régimen talibán y la promoción de su comedia Sin malos rollos; Jennifer Lawrence no para de ser alabada por los medios especializados en moda y por las creadoras de contenido del sector. En su armario, por supuesto, se han colado firmas como Loewe, The Row, Alaïa o Stella McCartney, todas esas marcas que abanderan el 'quiet luxury' por el que medio mundo, o medio TikTok, que viene a ser lo mismo, suspiran.

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    Jennifer Lawrence se ha convertido en inspiración y ahora todas queremos ser como ella al igual que Jess y Juliette querían ser como Beckham. ¿La pena? Que ahora se haya ganado una admiración mayor por su estilo que cuando ganó el Oscar con tan solo 24 años.

    Firmado: una periodista de moda.

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