Cuando Christopher Nolan estrenó Memento en el año 2001 todavía no era el gran cineasta que estaba destinado a convertirse, pero la realidad es que fue con aquella película con la que comenzó a demostrar que era un director diferente, con un talento inconmensurable y gran pasión por el detalle. Entonces el ganador del Oscar a Mejor película y Mejor director por Oppenheimer solo había dirigido su ópera prima, Following, pero Memento supuso un punto de inflexión: la cinta fue nominada a dos premios Oscar -Mejor guion original y Mejor montaje- y Nolan logró que los ojos de Hollywood se posaran sobre él.
Protagonizada por Guy Pearce, Carrie-Anne Moss y Joe Pantoliano, la película era un 'thriller' psicológico basada en un relato corto escrito por su hermano Jonathan Nolan -aunque éste no se publicaría hasta más adelante- y lo cierto es que es una de esas películas que, tras el desconcierto inicial del primer visionado, te deja deseando volver a verla.
El segundo visionado de Memento, una vez descubres que Nolan no te está contando la historia en orden cronológico, mejora la experiencia por completo llevándola a otro nivel, liberando al espectador de la tarea de descifrar lo que está viendo y permitiéndole así disfrutar de las decenas de pistas y detalles que el director fue dejando durante toda la película.
En la película, una experiencia traumática ha provocado la pérdida de la memoria a corto plazo Leonard Shelby (Pearce), un ex agente de seguros que presenció la violación y posterior asesinato de su esposa Catherine (Jorja Fox). Aunque puede recordar sucesos anteriores, Leonard olvida todo lo que ha sucedido en un máximo de 15 minutos, así que, para organizar su vida diaria, se ayuda tomando fotos Polaroid y haciendo diversas anotaciones. Al mismo tiempo, su único propósito es vengar la muerte de su esposa, así que trata de reconstruir el suceso con la ayuda de un hombre sospechoso llamado Teddy (Pantoliano) y una camarera llamada Natalie (Moss).
Además del uso de imágenes tanto en blanco y negro como en color, la principal particularidad de Memento es su línea temporal. Una estructura no lineal que cuenta la historia a través de recuerdos y saltos temporales constantes que no ponen fácil al espectador saber cómo, qué y, sobre todo, cuándo ha sucedido lo que están viendo en pantalla. Por ello, una vez desentrañado el misterio, es más fácil apreciar Memento en todo su esplendor si le dedicamos un segundo visionado, aunque la pena sea que se pierda el efecto sorpresa.
Con un 94% en el el portal de críticas Rotten Tomatoes, no hay duda que Memento es una de las películas mejor valoradas del cineasta, que a día de hoy sigue respondiendo preguntas sobre la que sin duda es una de sus películas más confusas.
"Es como si intentáramos meterte en su cabeza [la de Leonard], y por eso la historia está contada al revés, porque niega la información que él niega", reflexionaba el propio Nolan sobre ella hace 10 años en una entrevista con IndieWire. "De hecho, escribí la historia desde la primera página. No pensé demasiado en esos aspectos estructurales una vez que tuve el primer borrador. [...] Para mí, realmente se trata de encontrar el orden más adecuado para presentar la información al público y no sentir ninguna responsabilidad de hacerlo cronológicamente, como no lo hacemos en la vida real".