Ya sea en la ciencia ficción con Blade Runner, en el cine de terror con Scream, en el espionaje con 007: Casino Royale o en la guerra con La cruz de hierro, no faltan comienzos de culto en el mundo del cine y otro género que no escapa a esta regla es el western.
Estrenada en 1960, Los siete magníficos ofrece una introducción perfecta a su temática. Campesinos mexicanos trabajan con mazorcas de maíz. Interrumpen su labor cuando una tropa de jinetes se aproxima. Son unos 50. La música hasta entonces una tranquila balada de guitarra, se convierte en una sucesión de redobles de tambor y metales. No vienen con buenas noticias.
El líder de estos mexicanos fuertemente armados se detiene para saludar a Sotero (Rico Alaniz), a quien presenta como su amigo. El hombre se deja abrazar con los brazos caídos, señal de que esa amistad no es correspondida. Los hombres comienzan a saquear sin disparar un solo tiro. Los aldeanos intentan resistir, pero ceden ante la amenaza.
Sotero constata la escasa fe de estos bandidos, que según su líder se consideran piadosos y lamentan que la religión se está perdiendo. El jefe no deja pasar esa ironía y le da un par de bofetadas a quien decía ser su amigo. Luego reprende al pueblo por no tener más que ofrecer a sus hombres. Decepcionado, se prepara para marcharse.
Un campesino, Rafael, intenta rebelarse y ataca blandiendo una hoz, pero es abatido a sangre fría. Los bandido se marchan, pero su jefe ya advierte: Volverán. ¿Pero quién podría detener a una banda de 50 hombres armados hasta los dientes? Los aldeanos no se ven capaces con sus hoces, como demostró el pobre Rafael. Están desesperados.
El conflicto de la película se presenta con brillantez, y esta escena describe la amenaza que se cierne sobre estos aldeanos y su impotencia ante el peligro, con una eficacia de guion e interpretación que merece destacarse.
El jefe de los villanos, interpretado con precisión por Eli Wallach, y a quien luego conoceremos como Caldera, es uno de los peores bandidos que ha visto el western, aunque con cierta labia que recuerda al personaje de Anthony Quinn en Una vida por otra de 1953.
Al ver esta escena inicial, uno podría sospechar que Los siete magníficos presentará a los mexicanos como víctimas salvadas por siete estadounidenses valientes e impolutos, pero no es el caso. Los mercenarios tienen todos sus fallos y, al final, son los propios aldeanos quienes darán una lección de vida a sus 'salvadores'. Una secuencia verdaderamente formidable.
Es el mejor 'western' que existe, según los usuarios de SensaCine, y Alejandro G. Calvo la ve cada añoLa película tuvo tres secuelas: El regreso de los siete magníficos (1966), La furia de los siete magníficos (1969) y El desafío de los siete magníficos (1972); una serie de dos temporadas con Eric Close (1998-2000); y un remake en 2016 protagonizado por Chris Pratt y Denzel Washington.