El 9 de mayo de 1988 el cadáver de un joven fue encontrado por un transeúnte en un descampado de la carretera de San Blas a Vicálvaro de Madrid. Tenía una aguja colgando del brazo y una papelina en la mano, por lo que rápidamente se concluyó que el chico había muerto a consecuencia de una sobredosis de heroína, la gran lacra de aquella época. Ese joven era José Luis Fernández, más conocido como "el Pirri", tenía solo 23 años y era conocido por haber sido un habitual del cine quinqui español, un género que había adquirido una gran popularidad en la España de los 80 que se dedicaba a mostrar la vida de jóvenes marginales.
José Luis Fernández "el Pirri", que había crecido siendo criado por sus abuelos en el barrio de Canillejas de Madrid y había obtenido su apodo porque de jovencito era muy bueno jugando al fútbol, venía de una infancia marcada por la pobreza y la marginalidad que le había llevado a la delincuencia cuando se le presentó la oportunidad que pudo haber cambiado su vida para siempre: en su camino se cruzó el director de cine Eloy de la Iglesia, que buscaba jóvenes no profesionales para su nueva película, Navajeros (1980), un filme sobre el delincuente juvenil conocido como El Jaro.
"Si te estás quedando conmigo te doy un curro"
Cuando De la Iglesia se cruzó con José Luis Manzano y Jose Luis Fernández "El Pirri" tuvo claro que era lo que buscaba y les propuso aparecer en su película: "Si te estás quedando conmigo, mira que te busco y te doy un curro", recordaría haberle dicho "El Pirri" en una entrevista con El País Semanal según recordaría El País en la noticia necrológica al conocerse su muerte.
De la Iglesia no se estaba quedando con ellos. En Navajeros José Luis Manzano, que acabaría convirtiéndose en el protegido de Eloy de la Iglesia, interpretó el papel protagonista sin ninguna experiencia como actor, mientras que su amigo El Pirri era El Nene, uno de sus amigos.
Aquella película fue solo la primera de muchas para El Pirri, que al año siguiente participó en Maravillas de Manuel Gutiérrez Aragón, y justo a continuación dos veces más bajo el ala de De La Iglesia en La mujer del ministro y Colegas. A lo largo de su corta carrera, el joven actor trabajó con otros conocidos cineastas como Carlos Saura, Fernando Trueba, Stephen Frears y un largo etcétera, aunque siempre con el mismo papel de joven delincuente que, según se diría tras su muerte, estaba harto de interpretar.
"El Pirri" había estado enganchado a las drogas desde muy joven. "Desde pequeñito empecé a probarlo", declaró él mismo en la citada entrevista a El País Semanal un año antes de morir. "Luego, sin darte cuenta, estás enganchado. Hasta que vi que eso no era plan. Estaba hecho polvo y me encontraba fatal. Y luego, mis abuelos, siempre amargados, siempre sufriendo por mí. Todo lo contrario a lo que veo ahora. Es que la droga te guía todo. No eres persona. Quien esté en esto y diga que es persona, miente".
En los últimos años de su vida, El Pirri luchaba por salir de la adicción. Había conseguido una colaboración como crítico de cine en el programa de TVE Querido Pirulí de Fernando G. Tola y también participaba en un programa de radio. También había comenzado a salir con una chica del barrio de Fuencarral que le gustaba mucho. No obstante, también tenía pendiente algunos problemas con la justicia, principalmente un robo en el metro que le había llevado a pasar unos días en la cárcel de Carabanchel y cuyo juicio estaba a punto de salir en el momento de su muerte.
Al final, su adicción a la droga acabó siendo más fuerte que su voluntad, aunque lo cierto es que en los últimos años, como también publicaría El Mundo, comenzó a ganar peso algo que los que le rodeaban ya apuntaron en su día: que había sido asesinado por secuaces de una traficante de droga con la que tenía una deuda de pago de droga sin saldar. Aunque el caso nunca ha sido investigado y la causa de la muerte se mantuvo como una sobredosis, fuera como fuese fue su adicción a la droga lo que condujo al peor destino.