Si creciste en los 80 o 90, estamos seguros de que una de las películas que recuerdas con más nostalgia es La historia interminable, la mítica cinta de aventuras y fantasía dirigida por el cineasta alemán Wolfgang Petersen (El submarino) que adaptaba la la también icónica novela de Michael Ende.
La película, estrenada en el año 1984, apenas cinco años después de la publicación de la novela en 1979, llevó a pantalla la primera mitad de la obra de Ende y, tras su estreno, existieron dos secuelas que no repitieron el éxito de la primera. Además de su excelente acogida en taquilla, La historia interminable se convirtió en una película de culto de la época, así como sus personajes -Bastian, Atreyu, la Emperatriz infantil o el enorme perro dragón Fújur-, reconocibles en todo el mundo.
La historia de La historia interminable comienza con el pequeño Bastian (Barret Oliver), un niño que sufre acoso constante por parte de sus compañeros de clase y que un día, huyendo de ellos, acaba en una librería de antigüedades en la que un libro misterioso acaba en su poder. Pese a las advertencias del librero, Bastian toma prestado el libro y comienza a leerlo, siendo inmediatamente transportado a un mundo llamado Fantasía. Un lugar repleto de criaturas nunca vistas y preciosos paisajes que se encuentra en peligro de destrucción y que busca desesperadamente un salvador: Atreyu, quien antes tiene complejas misiones por el camino.
41 años después, los niños de los 80 seguimos recordando La historia interminable con mucho cariño y, dado que entonces los rumores corrían a toda velocidad porque no existía internet para desmentirlos al momento, muchos crecimos creyendo una anécdota horrible sobre el rodaje que en realidad era mentira.
Si estás pensando en Artax, el caballo de Atreyu (Noah Hatahway), has acertado.
Como recordarás, en la película hay una escena en la que Atreyu tiene que atravesar unos peligrosos pantanos para llegar hasta Morla y, por el camino, su caballo acaba hundiéndose en unas arenas movedizas en una secuencia que se quedó en nuestras retinas para siempre. Por si fuera demasiado poco trauma, el rumor fue que para que la escena quedase realista, el caballo real usado durante el rodaje se hundió en el barro y murió de verdad.
Sin embargo, la muerte del caballo de Atreyu es una leyenda urbana como las tantas que surgieron en aquella época en la que desmentir el boca-oreja no era tan fácil.
De hecho, como mínimo uno de los dos caballos que participaron en la película tuvo una vida de lo más placentera tras el rodaje: el equipo le regaló el caballo a Hathaway, siendo retirado de la "actuación" como premio por su buen comportamiento, aunque el joven actor no podía trasladarlo a Estados Unidos y acabó siendo adoptado por su doble de acción. En cualquier caso, no solo no murió en la película, sino que vivió 20 años más en Alemania, que es donde se rodó la película.
La leyenda urbana se extendió durante tanto tiempo que para muchos nunca ha llegado a desmentirse, pero el propio Wolfgang Petersen la desmintió en 2019 durante un reportaje especial de Entertainment Weekly: "El caballo no murió realmente, a pesar de lo que se ha dicho a lo largo de los años. Para empezar, teníamos dos caballos idénticos que representaban a Artax. Eran preciosos. Un cuidador profesional los entrenó durante muchísimo tiempo con esta tarea imposible para un caballo: hundirse lentamente en el barro hasta la cabeza sin resistencia. No les pasó por encima de la cabeza; ningún caballo haría eso jamás".