Ver a Brad Pitt pegando mamporrazos durante dos horas y lamentándose de su mala suerte debería ser siempre un motivo de alegría, pero no ha sido el caso. Bullet Train ya está en los cines y se ha convertido en una nueva víctima del curioso efecto 'crítica reniega / público aprueba' que cada vez parece ser más habitual entre los estrenos. Hay una brecha entre lo que le gusta a la prensa especializada y lo que disfrutan los espectadores que no para de crecer, por lo que la pregunta es inevitable: ¿por qué la crítica está tan desconectada? ¿Es un signo del cambio de los tiempos? ¿La crítica ha perdido su influencia?
"Cuanto más corría Bullet Train por sus vías, menos me importaba lo que estaba pasando". "Sabes que una película de acción es mala cuando te quita las ganas de vivir". "Leitch nunca logra generar un impulso narrativo sostenido dentro del tren, lo que aplana gravemente la película en general". Estos son algunas de las críticas de la cinta de Pitt que leemos en medios como TIME o New York Times, es decir, provienen de gente que lleva años -si no décadas- dedicadas al bello oficio de valorar películas. Hasta ahora su opinión ha tenido mucho peso en lo que la gente decidía ver, pero todo eso parece haberse diluido en los últimos años.
Bullet Train, que cuenta con un aprobado escaso en la media de la crítica, tiene un notable alto por parte del público. Es una diferencia notable y no es la primera vez que esto sucede. El agente invisible, Jurassic World: Dominion o Thor: Love and Thunder son algunas de las últimas cintas que han gustado casi de manera unánime al público, pero que han sido castigadas por la prensa especializada. La situación, por tanto, se puede resumir un poco en esto: los prescriptores -es decir, los que dicen qué está bien y qué está mal- han cambiado y la gente tiene otras fuentes para decidir qué quieren ver y qué les gusta.
Es más, da la sensación de que parte de la crítica se ha cerrado en banda a las propuestas de puro entretenimiento que hacen las productoras. Parece que tienen miedo de aceptar que disfrutan viendo cine intrascendente, realizado por el placer de disfrutar del espectáculo, y generan una distancia elitista que el público ya no está dispuesto a aceptar. De ahí puede venir este salto tan brusco entre la nota de la crítica y del público que estamos viendo de manera tan habitual.
La prensa especializada de cine siempre estará ahí para descubrir joyas que se escapan a los estrenos cinematográficos masivos y conseguir que directores sobresalientes pero desconocidos caigan en el olvido, pero si hablamos de cine comercial, están desconectados de los gustos de la mayoría. Y Bullet Train es el mejor ejemplo.
Que no te engañen los malos comentarios acerca de la nueva película de David Leitch: Bullet Train es una locura deliciosa y salvaje que merece ser disfrutada en pantalla grande. Decir que es una cinta de puro espectáculo y entretenimiento sería quedarse algo corto para hablar de este ejercicio de libertad que ha logrado el cineasta. Si ya en Deadpool 2 dio muestras de que no tiene límites a la hora de hacer humor negro, aquí se mueve con total soltura entre la comedia mordaz, las grandes escenas de acción y una violencia brutal.
Y no es algo habitual en los 'blockbusters' de los grandes estudios, los cuales suelen estar regidos por la corrección política y buscan quedarse en zona neutral para llegar al mayor número de personas posible. Bullet Train tiene personalidad propia y ofrece dos horas para disfrutar frente a la gran pantalla.
Si quieres estar al día y recibir los estrenos en tu mail apúntate a nuestra Newsletter
