La historia de El príncipe de Bel-Air empieza en los años 70 y su protagonista no era Will Smith, sino Benny Medina, un adolescente huérfano de Los Angeles que empezaba a caer en la delincuencia hasta que tuvo la oportunidad de salir adelante al hacerse amigo de un chico blanco de Beverly Hills que le dio la oportunidad de tener una nueva vida. Acabó teniendo éxito y fundando su propia productora musical, pero claro, la serie basada en su vida al final fue por otros derroteros.
¿Qué pasa, Jazz?
Nadie -literalmente nadie- se imaginaba en un principio que El príncipe de Bel-Air fuera a ser un éxito. ¿Cómo, si el actor principal, por muy famoso que fuera en la música, no había hecho nunca nada fuera de su gremio? Y sin embargo, en su segunda temporada ya había 14 millones de personas pendientes de las andanzas de Will y los Banks, y a lo largo de todo el mundo la gente se aprendía el baile de Carlton Banks al ritmo de It's not unusual, de Tom Jones.
Alfonso Ribeiro, por cierto, basó el famoso baile en el "baile del hombre blanco" de Eddie Murphy y los movimientos de Courtney Cox en el videoclip de Dancing in the dark, de Bruce Springsteen. Pero no podía ser todo perfecto, y menos en una sitcom que se grababa en días separados. Por ejemplo, ¿qué os parece el jersey cambiante de Carlton en el episodio 16 de la temporada 5? En un plano lleva uno blanco, el siguiente es uno de colorines... ¡Y después vuelve a ser blanco! Vale que sea rico, pero estas son unas compras demasiado rápidas.
Pero no es solo ese el fallo de estos planos: Ashley cambia de peinado, el mando a distancia desaparece en el tercer plano... Todo un terror de continuidad. Muy mal tuvo que haber salido el primer plano para obligarse a hacer este reshoot destrozando por completo la continuidad. Cosas que pasan en una serie mucho más anárquica y divertida de lo que se le considera hoy en día.