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    Maps To The Stars
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Maps To The Stars

    El otro Hollywood

    por Violeta Kovacsics

    Havana Segrand, una estrella de cine obsesionada con el recuerdo de su madre, se queja una y otra vez de los olores. “Hueles, ve a casa y báñate”, le dice a su asistenta. “Tuve que andar y llegué oliendo”, comenta por teléfono. El Hollywood que retrata David Cronenberg en Maps to the Stars es un lugar inoloro pero podrido. Los personajes que lo habitan no sudan, deben ser como los espacios, aparentemente limpios e impecables pero terriblemente oscuros y hostiles.

    En los últimos tiempos, Cronenberg se ha volcado a filmar la palabra. Desde Un método peligroso, el director canadiense se fija eminentemente en el rostro y afirma, sin pudor alguno, que para él el cine es un busto hablando. Un método peligroso y Cosmópolis se construyen sobre la profundidad de campo: los personajes conviven en el mismo plano. Sin embargo, en Maps to the Stars, las figuras ya no pueden relacionarse en el mismo cuadro. Están solos y se vinculan a partir del montaje, del plano contraplano, de un corte limpio, quirúrgico. Los personajes aparecen despegados del fondo, que permanece desenfocado. Así, el espacio se intuye, está formado por las luces de una piscina, por las líneas rectas de una casa impecable, por los puntos de fuga de una cafetería. Es un lugar abstracto, como si Cronenberg hiciese de Hollywood un universo único y extraño, o un planeta ajeno.

    En el fondo, Maps to the Stars es un filme fantástico, poblado de fantasmas. Havana no puede escapar al recuerdo de su madre, que se materializa como un espectro en los momentos más inesperados. Benjie, una estrella precoz que acaba de desintoxicarse, no logra desprenderse del fantasma de una niña a la que visitó en el hospital. Las estrellas del Hollywood que retrata Cronenberg compran en Whole Foods y hacen yoga, pero están locas, acechadas por diversos traumas.

    Maps to the Stars puede ser vista como la cara opuesta y perversa de Sils Maria de Olivier Assayas. Una se fija en los misterios de la interpretación, la otra en las fisuras y las heridas del estrellato. Ambas películas tienen en su centro a una actriz en su madurez que debe interpretar un papel vinculado con su pasado –por mucho que el filme de Cronenberg sea algo más coral que el de Assayas, Havana, el personaje interpretado por Julianne Moore, sobresale por encima del resto–. Como Assayas, Cronenberg juega con sus actores: si en Cosmópolis, Robert Pattinson interpreta a un hombre rico que se desplaza en limusina; en Maps to the Stars, el joven actor encarna a un conductor de limusinas que aspira a convertirse en alguien en el mundo del cine. En cualquier caso, resulta interesante y sintomático ver cómo los dos iconos del fenómeno Crepúsculo, Pattinson y Kristen Stewart, que sale en Sils Maria, han participado en sendas películas que ponen en entredicho el mundo de la fama.

    Maps to the Stars resulta una película incómoda, que hace de sus personajes una suerte de alienígenas que habitan un universo lleno de fisuras, por donde se cuelan los traumas y el deseo. Así, cuando llega la violencia, tremendamente frontal, esta no resulta extraña, pues no es más que otra de las grietas del perverso mundo que retrata Cronenberg, en el que la fantasía no es la de una fábrica de sueños, sino de pesadillas.

    A favor: La capacidad de Cronenberg de flirtear con el fantástico

    En contra: La línea que separa la sátira de la crueldad, demasiado fina en algunos instantes.

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