una comedia sangrienta, mala y entretenida.
un inicio distinto al habitual abre paso a un film que pretende revitalizar una de las sagas más icónicas del cine de acción y ciencia ficción. la presentación de un personaje con cualidades singulares se convierte en una de sus mejores cartas de entrada, con jacob tremblay confirmando, a temprana edad, un talento interpretativo admirable. siempre resulta digno de elogio cuando un actor infantil sostiene con firmeza su papel dentro de una superproducción de este calibre.
visualmente, la película representa un salto cualitativo en la saga: lo que no se había avanzado en décadas parece alcanzarse en una sola entrega. los efectos digitales, más realistas y contundentes que nunca, dotan a la criatura y al entorno de una fuerza renovada. sin embargo, el despliegue técnico tropieza con carencias evidentes: el uso del 3d resulta pobre y, paradójicamente, el tratamiento de la sangre vuelve a ser uno de los puntos débiles, incapaz de convencer en su veracidad. aun así, las heridas y la brutalidad de las secuencias logran transmitir un impacto visceral.
el guion, por el contrario, se muestra errático. con diálogos que en ocasiones rozan la autoparodia, la película oscila entre el exceso gore y un humor que impide tomarla del todo en serio. muertes desmesuradas, giros inverosímiles y personajes mal concebidos –con especial mención a un rol femenino que se percibe absurdo y mal interpretado por olivia munn– restan solidez a lo que podría haber sido una entrega más equilibrada.
y, sin embargo, hay hallazgos. el grupo de inadaptados que acompaña la acción resulta lo más disfrutable, logrando generar cierta química y momentos de autenticidad en medio del caos. el filme no se avergüenza de su vocación sangrienta y logra ser, sin duda, el más explícito y gore de la franquicia. este exceso, aunque cuestionable, forma parte de su identidad y se convierte en su mayor sello de diferenciación.
el desenlace, sorprendentemente, se erige como su mayor acierto. a pesar de los altibajos previos, la película cierra con una secuencia final de acción trepidante, espectacular y, en cierto modo, divertida. un broche que, en su desmesura, consigue reconciliar al espectador con lo visto. al fin y al cabo, 'predator' no es una gran película, pero sí una de esas “malas cintas disfrutables”: incoherente y absurda, pero al mismo tiempo entretenida y dotada de un clímax final que, en lo que a pura acción se refiere, se cuenta entre los más logrados del género en los últimos años.