No queda claro viendo The Square si su director, Ruben Östlund, se ríe del arte contemporáneo y todo lo que lo rodea o se está riendo también de sí mismo, ya que incurre en defectos conceptuales, supongo que de forma asumida, que son propios del arte que está ridiculizando. Más expansivo y generoso en todos los sentidos (metraje, personajes, situaciones) que en su anterior largometraje, Fuerza mayor, el realizador sueco cambia de tercio a nivel genérico: si aquel era un drama ribeteado de momentos de comedia negra, esta es una comedia sarcástica, hasta cierto punto salvaje, trufada con elementos de drama.
Su protagonista principal, Christian, es el manager de un museo de arte contemporáneo de Estocolmo que tiene prestigio, cierto, pero menos medios económicos que otros centros culturales del país. La campaña promocional de la exhibición que está preparando, titulada como la película y c
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