Como cada caluroso verano en Alcarrás, el pueblo destaca por la gran cosecha de melocotones que consiguen sus habitantes. Para la familia Solé, sin embargo, las cosas han cambiado este año. Un día, los integrantes de esta familia se despiertan para descubrir que algunos tractores están arrancando sus árboles. Tras la partida del patriarca de la familia, el acuerdo que tenía con el antiguo propietario de la tierra podría estar desactualizado. Ante esta amenaza, tanto los niños como los adultos Solé se reunirán para cosechar sus melocotones por última vez.
Que Alcarràs sea buenísima no debería sorprender a nadie porque ya era buenísima Verano 1993 (Estiu 1993, 2017). Donde sí sorprende, y mucho (y para bien), la nueva película de Carla Simón (Barcelona, 1986), es en el cambio de escala y perspectiva. Si en su primer largometraje la directora buceaba en sus recuerdos de infancia a través de una película que mezclaba actitud rosselliniana -retrato de un tiempo y lugar nítidamente realista abordando hechos dramáticos sin aspavientos ni subrayados- junto a un impresionismo desplazado -al vehicular la narración a través del testimonio de la niña protagonista lo que estamos viendo es la puesta en escena de una mirada-, en Alcarràs la apuesta es aún más audaz y arriesgada. De la mirada individual pasamos al retrato colectivo, es decir, del POV de una niña pasamos a un retrato poliédrico de todos los componentes de una familia que, de tan veraz qu
Carla Simón consiguió ganar el Eurimages Co-Production Development Award, ofrecido por la Berlinale y dotado con 20.000 euros, concebido como ayuda para el desarrollo de conceptos prometedores,
Arrasando con la Berlinale
Además de ganar la ayuda económica para que Alcarrás se desarrollara, Carla Simón ganó el Premio de Mejor Ópera Prima en el festival por Verano 1993.