De todos los veranos de nuestra vida está claro que los que más nos marcan son aquellos en los que nuestra inocencia se desvanece para dar paso a la fascinación de los desconocido, como en Luca, la última película de Pixar. El fin del mundo conocido de la infancia (y si hay suerte, protegido) justo antes de estrellarse en la vida adulta, crea un espacio-tierra de nadie donde la mutación -física, emocional, vital- es el patrón que lo inunda todo.Lo cantaba Vainica Doble en la Habanera del primer amor, lo vimos en la televisión española de dos canales al grito de “Del barco de Chanquete, no nos moverán”, lo vivimos en innumerables películas, ya fueras goonie, trabajaras en el parque de atracciones de Adventureland (2009) o vivieras en el campo rodeado de criaturas tan fantásticas como Totoro o tan aterradoras como la bruja de El viaje de Chihiro (2001).
El tiro hacia el imperio de la imagi
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