Desde su debut con la interesante 'Heavy', James Mangold ha ido construyendo una carrera cinematográfica no demasiado relevante a excepción, quizá, de su segunda película, 'CopaLand'. Hasta dirigir 'En la cuerda floja', películas como 'Inocencia interrumpida' o 'Identidad' han situado a Mangold en esa posición de artesano del cine contemporáneo consistente, como es tradición, en entregar productos de mejor o de peor calidad pero bien confeccionados. No hay una gran personalidad tras la cámara pero tampoco estamos ante un director sin ella. Mangold se encuentra en un punto intermedio que, en ocasiones, es capaz de superar, como en 'El tren de las 3:10', cuya dirección estaba muy por encima de su media y el resultado, al igual que 'En la cuerda floja', respiraba gracias a unos actores capaces de sostener las películas por sí mismos. 'En la cuerda floja', a este respecto, Joaquin Phoenix y,
Leer crítica