Iniciada en 2005 con la publicación de su primera novela, Crepúsculo, la saga de literatura juvenil romántica y de fantasía escrita por Stephenie Meyer, acabaría siendo traducida a más de 40 idiomas y vendiendo más 160 millones de copias en todo el mundo, lo que la convertiría en una de las series literarias más populares de la historia. Tras su éxito entre los lectores, la saga fue objeto su propia adaptación al cine en 2008, con Robert Pattinson y Kristen Stewart en la piel de Edward y Bella, y recaudó más de 3.300 millones de dólares.
Las cuatro novelas de la saga de Meyer se adaptaron en un total de cinco películas, puesto que el cuarto libro, Amanecer, fue adaptado en dos partes estrenadas en 2011 y 2012, respectivamente. Precisamente, Amanecer (Parte 1) y Amanecer (Parte 2), que fueron las películas más caras de la saga (con un coste de 110 y 136 millones de dólares) y también las más taquilleras (712 y 829 millones de dólares recaudados) son recordadas por albergar uno de los peores efectos visuales de la saga. Una franquicia que, de por sí y admitido por sus propios directores, no se caracterizaba por sus grandes resultados en este sentido.
De hecho, antes de convertirse en la exitosa franquicia que conocemos, la primera Crepúsculo se rodó con un presupuesto limitado de 37 millones de dólares, lo que hizo necesario limitar los gastos al máximo. Catherine Hardwicke, directora de la primera película, admitió a Business Insider en noviembre de 2020, admitió que no estuvo a la altura de sus ambiciones, pero que tuvieron que amoldarse a sus limitaciones: "Estuvimos filmando en invierno porque es cuando el cielo está más nublado. No podíamos tener un sol brillante porque entonces los vampiros tendrían que brillar. No queríamos que brillaran todo el tiempo, no podíamos permitirnos eso. El brillo generado por computadora cuesta mucho dinero".
El resultado no pudo ser mejor: la película fue un auténtico éxito y multiplicó por 11 su presupuesto, con una recaudación de 408 millones de dólares. A partir de ese momento, cada una de las películas contaría con un presupuesto aún mejor, y también una mayor recaudación, siendo la saga Crepúsculo uno de los grandes fenómenos de aquellos años.
Sin embargo, a pesar del alto presupuesto de las últimas películas, fueron estas las que protagonizaron -y precisamente por eso- la peor polémica por sus efectos especiales fallidos: si estás al tanto de la saga, ya imaginarás que a consecuencia del bebé CGI de Bella y Edward, Renesmee, que nació en la cuarta película.
El director de las dos películas, Bill Condon, admitiría que fue un absoluto desastre:
Era un bebé generado por computadora mitad humano, mitad vampiro. Eso fue un desastre. Nunca pudimos hacer que funcionara, y ahora, siento que no tenía que haber sucedido
"Hacer cine se trata de vivir y aprender, y al menos el público puede consolarse sabiendo que Chuckesmee no es un canon", admitió en su entrevista con The Hollywood Reporter unos años después de estrenarse la película.
Sin embargo, la realidad es que el resultado podía haber sido mucho peor, puesto que, en realidad el bebé CGI se desarrolló para tratar de arreglar la versión previa que se había planteado para crear a la hija de Bella y Edward: un bebé animatrónico.
Ni siquiera el equipo lo oculta, sino todo lo contrario. El asunto se habla en un vídeo detrás de las cámaras para el lanzamiento de la caja en DVD de la saga al completo, cuando el equipo de producción explica que originalmente querían usar una muñeca animatrónica que resultaba aterradora, así que decidieron utilizar CGI sobre el bebé dando lugar a la versión que vimos todos. "Uno de los bebés generados por computadora más aterradores que jamás se hayan visto en una película", dijo el productor Wyck Godfrey.