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    Muere Blake Edwards, padre de la comedia moderna americana

    El creador de películas inolvidables como 'Desayuno con diamantes', 'El guateque' o 'La pantera rosa' ha fallecido a los 88 años víctima de complicaciones derivadas de una neumonía. El realizador era estaba casasdo con la popular actriz Julie Andrews, a la que dirigió en siete ocasiones.

    Terrible año el 2010 para la comedia cinematográfica. Si hace nada nos despedíamos del actor Leslie Nielsen, del maestro Berlanga y del inventor de la comedia alla'italiana Mario Monicelli, hoy nos toca despedirnos de uno de los padres del cine americano moderno: el superdotado Blake Edwards, autor de algunas de las películas más divertidas de la Historia del cine (sirva la "H" mayúscula a modo de subrayado: el cineasta ha hecho reír a diversas generaciones de público). Pero, empecemos por el principio.

    William Blake Edwards nació en la americanísima ciudad de Tulsa, en Oklahoma, cuyo padrastro, Jake Edwards, fue asistente de dirección de películas y cuyo abuelo político fue un prolífico realizador, guionista y productor americano en los albores del Siglo XX. Un arranque bien irónico, como el magnífico sentido del humor que supo imprimir a sus películas, puesto que no se podría decir que el cine le viniera heredado en la sangre, sino más bien, de forma putativa.

    El director de la mítica e icónica 'Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's)' (1961) arrancó su carrera bien alejado de la gran pantalla... puesto que su primer trabajo, digamos, artístico, fue como guionista para diversos programas radiofónicos. Más tarde dio el salto a la televisión y, así, finalmente llegó al mundo del cine... como extra en westerns y películas bélicas donde su nombre ni siquiera figuraba en los títulos de crédito. La ironía, como se ve, seguía cebándose con el maestro Edwards (por aquel entonces, meramente pupilo).

    Todo cambió cuando conoció a Richard Quine -director de comedias tan populares como 'Me enamoré de una bruja (Bell Book and Candle)' (1958) o 'Cómo matar a la propia esposa' (1965)-, con el que el cineasta formó un tándem guionista-realizador que se prolongó a lo largo de siete títulos, dos de ellos dirigidos por Edwards: 'Venga tu sonrisa' (1955) y 'He laughed last' (1956).

    Con la lección aprendida sus grandes películas no tardarían en llegar, la primera de todas ellas: 'Operación Pacífico' (1959), la comedia bélica que protagonizaron Cary Grant y Tony Curtis. Dicho título sirvió para poner al realizador en la órbita de los grandes estudios y así sería como le llegaría la privilegiada oportunidad de llevar a la gran pantalla la archi-conocida novela de Truman Capote "Desayuno con diamantes". Corría el año 1961, tiempos de cambios, tanto en lo social, como en lo político y, claro, en lo artístico. Edwards hizo lo impensable: convirtió a la niña bonita del cine americano, Audrey Hepburn, en una mujer de la vida, una ingenua aprovechada que se encama con hombres ricos mientras que es capaz de derretir los corazones de medio mundo (algo que, medio siglo después, aún sigue ocurriendo) con sólo tararear el "Moon River" de Henry Mancini -el compositor sería compañero de Edwards en un gran número de películas, creando melodías inolvidables como la que suenan en 'La pantera rosa (The Pink Panther)' (1963) o en 'Días de vino y rosas (Days of Wine and Roses)' (1962)) sentada en la repisa de su ventana. Exitazo.

    A partir de ahí llegaría el éxtasis: 'La pantera rosa (The Pink Panther)' y, su primera secuela, 'El nuevo caso del inspector Clouseau (A Shot in the Dark)' (1964); tronchantes comedias sobre un despistado detective (un claro precedente tanto del Inspector Gadget como del Leslie Nielsen de 'Agárralo como puedas (The Naked Gun)') que acabaría por convertir al actor Peter Sellers en uno de los reyes de la comedia más salvaje y surrealista. Tras dicho díptico llegaría la que, posiblemente, sea su mejor y más disparatada comedia: 'El guateque (The Party)' (1968), de nuevo con un desatado Peter Sellers dando vida a un hindú que recupera de Charles Chaplin y de Jacques Tati una catastrófica capacidad para crear el caos más absoluto.

    También en los sesenta -su mejor década- filmaría las antológicas 'Días de vino y rosas (Days of Wine and Roses)', desgarrador retrato sobre el alcoholismo y la descacharrante 'La carrera del siglo (The Great Race)' (1966), ambas con Jack Lemmon como protagonista (esta última rimaría perfectamente tanto con la popular serie de animación 'Los autos locos' como en la larga lista de películas que existen sobre carreras de coches, desde el Cannonball hasta las ratas).

    A partir de los setenta su obra entró en declive. Aún fue capaz de imprimir cierta locura en películas como 'Diagnóstico: asesinato' (1972) o '10, la mujer perfecta (10)' (1979) -para mayor gloria de Bo Derek-, pero en general su obra perdió fuerza y brillantez, en parte por ser uno de los padres de las franquicias a golpe de talonario: llegó a realizar seis secuelas más de las aventuras del Inspector Clouseau, siendo la última 'El hijo de la Pantera Rosa (Son of the Pink Panther)' (1992) especialmente deleznable y con Roberto Benigni como protagonista.

    Entre sus últimas películas valdría la pena destacar la comedia bélica 'Victor o Victoria (Victor, Victoria)' (1982), el debut de Bruce Willis en el campo del cine en la anfetamínica 'Cita a ciegas (Blind Date)' (1987) y la desinflada 'Una cana al aire (Skin Deep)' (1989), la película que posee la mejor pelea de penes de la historia del cine. Claro que tampoco recuerdo ninguna otra.

    Alejandro G.Calvo

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