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    Festival de Sitges 2015: Jaco Van Dormael reinventa la Biblia en ‘El nuevo nuevo Testamento’

    En el menú de hoy traemos un chiflado misticismo romántico (‘El nuevo nuevo Testamento’), una delicatessen del suspense (‘The Invitation’) y un salmorejo de decapitaciones (‘Tag’). This is Sitges, one more time.

    Al festival de Sitges le gusta el fin del mundo, y también le gusta que ese fin del mundo no sea algo convencional. Convencional no sería la palabra que definiría al realizador belga Jaco Van Dormael, un surrealista y bromista autor que ya descolocara hace unos años al público de este aquelarre cinéfilo en la capital catalana con la imprevisible Las vidas posibles de Mr. Nobody. De ésta, Van Dormael toma ese punto de convertir la realidad en un calidoscopio mutante y siempre socarrón.

    En El nuevo nuevo testamento (que, y eso está bien, ya no escandaliza a nadie… ni a quienes visitan la iglesia de Sitges, ahora que está rodeada de zombis) convierte al mismísimo Dios en una especie de Paco Martínez Soria gruñón. Y como a éste, le sale una hija pequeña respondona dispuesta a que todos los mortales sepamos en qué fecha moriremos. Así, vía mensajes directos y personales, el mundo se le solivianta a este ser divino, un mal casero en un edificio declarado en ruinas. Sobredosis de humor absurdo, imágenes chocantes y un tono de provocación en el fondo amable dignos de Luis Buñuel. Imposible no comulgar con él.

    Suso Aira

    Prometo que soy el primer sorprendido. A estas alturas no esperaba nada interesante de la realizadora Karyn Kusama quien, tras un debut resultón como Girlfight, se había dado de morros tanto con Aeon Flux como con Jennifer’s body. Pues bien, en su nueva película abandona las mujeres de armas tomar para mostrar en un solo escenario –una casa de ventanas con verjas y puertas cerradas con llave- la reunión tras dos años de ausencia de un grupo de amigos a los que destrozó la muerte del hijo de la pareja protagonista. Ahora divorciados y con nuevos cónyuges, se reúnen en su antiguo hogar donde la madre quiere compartir con sus antiguos amigos la experiencia que le ha llevado a superar el pasado.

    Terror hitchockiano desde la primera secuencia, la película juega todo el rato merced a su ambiente malsano con la ¿distorsionada? perspectiva del protagonista (Logan Marshall-Green, que con barba y melena parece una versión Hacendado de Tom Hardy). Un toma y daca continuo donde la violencia parece estar a punto de estallar a cada minuto, The Invitation es de esas obras que te giran el estómago y te atenazan a la butaca. Tanto es así que para cuando llegan los minutos finales y la cosa se desboca uno no puede más que quedarse aterrado ante las imágenes mostradas. Y ojo al plano final que empatiza en impacto estético con el de El club de la lucha. Una auténtica sorpresa, podría ser el Coherence de este año.

    Llegó el zumbado de Sion Sono recién aterrizado del avión a la inefable sala Tramuntana para presentar el primer pase de Tag, la primera de las tres películas que se mostrarán en el festival del realizador, donde también se le dará un homenaje vía Màquina del Temps. “Si me veis por la calle, pararme a saludar”, ordenó el kamikaze fílmico que ha heredado el testigo de Takashi Miike entre el fandom parroquiano del certamen.

    Normal que a los tres minutos de arrancar la película la gente enloqueciera en aplausos y ovaciones: en la primera secuencia de Tag un autobús de jóvenes estudiantes japonesas es brutalmente sesgado –el viento: una guillotina- decapitando (o desmembrando a diferentes alturas del pecho) a todas las niñas menos a una (Misuko, nuestra runner protagonista). A partir de ahí: sólo la locura. Y es que Tag es una especie de El fantasma de la libertad en clave videojuego bizarro, donde cada nueva secuencia trata de ser tan bizarra como la anterior (difícil de conseguir con ese arranque). Sono se lo pasa en grande filmando en contrapicado dentro de un internado femenino mostrando continuamente las bragas de las jóvenes mientras corren despavoridas cuando sus profesoras tratan de matarlas con ametralladoras y bazookas. Tal es el descalabro que al final agota. Ahora, para ver películas así es a lo que se viene a este festival.

    Alejandro G.Calvo

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