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    Christian Carion (‘Mayo de 1940’): "Morricone me aportó su energía y un amor increíble por el cine, además de su talento"

    El director francés estrena su nueva película este viernes en España, protagonizada por August Diehl, Olivier Gourmet, Mathilde Seigner y Alice Isaaz.

    Tras La chica de París, Feliz navidad y El caso Farewell, Christian Carion presenta su cuarta película, Mayo de 1940. Un drama impregnado con una hermosa banda sonora del oscarizado y mítico Ennio Morricone en el que se narra el éxodo del pueblo francés ante la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Sensacine ha tenido la oportunidad de entrevistar al director, quien además de sus experiencias con el compositor italiano, nos ha hablado de su nueva cinta y de su personal visión del cine.

    Mayo de 1940 es una particular combinación entre el western y una road movie, ¿son géneros que de por sí le gustan o los ha aplicado sólo para esta película?

    Sí, claro que me gustan. Sobre todo los western, éstos me motivaron a hacer cine. Cuando era pequeño vi Solo ante el peligro, con Grace Kelly (de la que está muy enamorado) y fue un shock, o Hasta que llegó su hora, con la música de Ennio Morricone. Que años más tarde, haya podido hacer una película que considero un western, y encima conseguir trabajar con Morricone, la verdad es que es un sueño hecho realidad.

    En el film hay muchas secuencias de silencios donde la música de Morricone es protagonista, ¿aumenta la calidad de la película gracias a sus melodías?

    Yo te diría que sí, desde luego, pero no creo que sea la persona idónea para contestarte, más bien sois vosotros, el público. Cuando nos conocimos Morricone me dijo: "Llevo 60 años haciendo este trabajo. Si una película está fallida nada de lo que yo pueda hacer va a cambiarla, no puedo resucitar una cinta muerta. Con la experiencia he aprendido a no trabajar en proyectos que no me gustan. Eso no significa que la película que yo escoja sea buena, pero es una obra que me conmueve y, por tanto, siento que puedo proponer algo".

    Aceptó y me ofreció una hora de música de la que pude coger sólo 25 minutos. Créeme cuando te digo que tirar a la basura 35 minutos de música de Morricone no es fácil. Mi selección se basó en algo que él me dijo: "Quiero hacer esta película porque me doy cuenta de que no es de guerra sino una película dentro y durante la guerra, quiero componer una música para el pueblo que se encamina en busca de la libertad". Mientras montaba la música, tenía esa frase constantemente en mi cabeza, así que mantuve únicamente lo que tenía que ver con el pueblo que se ponía en camino y el resto lo quité.

    ¿Qué opinión le merece Morricone?

    Para mí no es un compositor, es un músico de cine, es el cine. Forma parte del ADN del cine mundial. Si te gusta el cine, si vas al cine, es imposible que nunca te hayas cruzado con una película con su música.

    Personalmente, Ennio me ha aportado mucho más que su talento. A mitad de enero del pasado año, justo dos días después de la tragedia de Charlie Hebdo, llegamos a Roma hechos polvo para grabar la música en su estudio, con la sensación de ¿para qué?, ¿para qué seguir?, ¿para qué hacer la película? No pegué ojo esa noche, ni la anterior. Al día siguiente, Ennio nos recibió en la entrada de su estudio con un periódico levantado con la famosa imagen de la bandera tricolor con toda la gente detrás resistiendo. Al entrar al estudio, nos encontramos con 60 músicos de orquesta, en pie, que guardaron un respetuoso minuto de silencio. Tras los 60 segundos de silencio con los 60 músicos, Morricone se dio la vuelta hacia mí y con una palmada dijo: "Cine". Tenía razón, más que nunca había que hacer esta película, más que nunca había que hacer cine y más que nunca no había que rendirse ni cambiar nada de la vida que tenemos. Además de su talento, Morricone me aportó su energía y un amor increíble por el cine.

    ¿Puedo contar una anécdota de sus inicios?

    Por supuesto.

    Morricone era el compositor de la película Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha y Petri, el director, le llamó para ver los primeros 20 minutos ya montados. Tras el visionado se quedó un poco perplejo porque veía que no era en absoluto la música que dio. A pesar de ello, a Pietri se le veía muy satisfecho. En un momento dado, hay un asesinato y suena una música romántica debajo. Mientras Pietri alababa el resultado, Ennio no se lo podía creer. Acaba la proyección y Morricone, sin saber muy bien cómo reaccionar, dice: "Bueno, no era exactamente lo que había pensado pero puede colar". Entonces Pietri le dice: "Qué débil eres Ennio. Todavía eres joven, pero tienes que ganar madurez. Tienes talento, pero no eres lo bastante fuerte". Acto seguido le dice al proyeccionista que ponga la de verdad, se va de la sala y deja a Morricone sólo con los primeros 20 minutos de película y con la música que él había compuesto. Esa anécdota se le quedó grabada toda su vida. Desde ese día, Morricone defendió cada trocito de su música como un perro cogido a un hueso.

    ¿Por qué le fascina tanto el cine?

    Lo que a mí me parece fantástico en el cine es que entras en una sala con gente que no conoces, se apagan las luces y nace la magia. A veces la magia falla, pero cuando funciona me entran ganas de seguir haciendo cine, mi cine, que es ante todo para contar historias. Lo necesito.

    Creo que hay dos tipos de cine: el que parte de una historia, de un hecho, y el que parte de una simple imagen, un sonido, con el que se crea una historia. Por un lado, está Ken Loach, que realmente cuenta una historia, y por otro David Lynch, donde la historia no está tan clara. Entre esos dos extremos se ubica toda una graduación de cineastas, más próximos a uno u otro. Pero sea un Ken Loach o un Lynch, si la película está lograda te vas con ellos. Eso es el cine para mí, un viaje, un recorrido, o te subes al tren o te quedas en el andén. Es viajar sentado.

    ¿Qué elemento del cine destacaría?

    Me gusta mucho el sonido en el cine, no es verdad eso de que 50 % imagen 50% sonido. El sonido es una herramienta de manipulación extraordinaria, te permite colocar imágenes inexistentes sobre una pantalla y además, despierta sentimientos. Pensemos por ejemplo en El resplandor de Kubrick, en su trabajo fuera de campo, todo lo que se oye pero que no se ve. O en el cineasta francés Jacques Tourneur, quien construyó su carrera en el fuera de campo, en lo que no existía. Un listo porque el fuera de campo es gratuito y el espectador hace todo el trabajo. Ahora bien, para hacer una puesta en escena de fuera de campo hay que ser muy inteligente, muy hábil y saber mucho. Todos mis respetos a Jacques Tourneur.

    En Mayo de 1940 tengo que agradecerle mucho al montador de sonido. El Stuka (avión de guerra alemán que aparece en el film) hacía un ruido horrible cuando descendía al tener en el tren de aterrizaje delantero una sirena de bombero por la que entraba el aire. Entonces cuando veías en la pantalla el avión digitalizado (hubo que crearlos digitalmente porque ya no existen) sin audio éste no era lo suficientemente imponente, pero tras el montaje de sonido era otra cosa, se volvía un avión horrible, enorme y terrorífico. Es la creación sonora, no hay otra palabra.

    La película se basa en testimonios reales, entre ellos los de su madre y abuelos, ¿ha incluido alguna anécdota en la película? ¿Cuál de ellas le ha impactado más?

    Está plagada de anécdotas. Mi abuelo era alcalde del pueblo y tenía un caballo llamado Hitler, como uno de los personajes de la película. Mi madre, ahora con 91 años, también me contó muchas de sus experiencias, entre ellas dos ataques de Stukas que jamás olvidará. Pero también pedí a la gente de toda la región que me contara historias sobre ese mes de mayo de 1940.

    Recibí una carta de una señora que tenía ocho años en esa época, perdió a sus padres en el caos e iba con su hermanito de cinco años de la mano, siguieron adelante entre la muchedumbre. Por la noche, asustados, se refugiaron en un pajar donde encontraron a un soldado alemán herido y moribundo que le pide a la niña que le ayude a morir más deprisa. Me di cuenta de que esa mujer nunca había superado esa noche de 1940. Fue algo que me marcó y pensé que tenía que reflejarlo de algún modo en la película.

    Ha vuelto a trabajar con la actriz Matilde Segnier, su papel empieza poco a poco pero va cogiendo fuerza.

    Tenía muchas ganas de volver a trabajar con ella y es cierto, al principio su papel es pequeño, es simplemente la esposa del alcalde, pero luego coge fuerza. Esto es algo que me gusta mucho de la película, que no es todo negativo, sino que el éxodo permite a la gente florecer, abrirse. Así ocurre con el papel de Segnier, el éxodo le permite crecer, hacerse más grande. Al final el caos de la guerra permite que ciertas personas cambien de vida.

    La película ofrece así su lado más optimista.

    Sí. Era habitual que mi madre me hablara del éxodo, pero esos días en que había bebido una copita de más me decía que quizás haya sido el mejor momento de su vida. Y yo: "Pero qué dices, no puede ser". Pero claro, en ese momento ella tenía 14 años y se acababa el colegio. Una época en la que las vacaciones no existían en Francia y, de pronto, todo el mundo en camino, a la aventura. Encima mayo de 1940 fue el mes de mayo más caluroso de todo el siglo XX, ni una gota de agua, dormían bajo las estrellas, la maravilla de las maravillas. Además los adultos les pedían que entraran en las casas de los pueblos abandonados para robar comida. Eso para una niña terminaba siendo divertido.

    Esa versión optimista de mi madre se me quedó grabada y decidí no hacer una película negra, depresiva, porque no es verdad. La vida de la gente y su energía se adapta, puede haber momentos malos pero siempre nos levantamos, renacemos. Eso es lo que intenté aportar a la película.

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