La venganza es un plato que se sirve frío, y uno que además no puede funcionar mejor en términos cinematográficos. Las razones son muy sencillas: da lugar a tramas muy previsibles, en general fáciles de seguir, y generan una enorme satisfacción en el espectador una vez llegan a su desenlace y, en general, el protagonista ha podido darle un escarmiento a los que le maltrataron en el pasado. Son historias, en efecto, con las que no es difícil sentirse identificado.
Esto puede cambiar, claro, si la retribución de turno es desproporcionada, y el castigo más retorcido de lo que necesitaríamos para sentirnos cómodos. Es lo que sucede en El sacrificio del ciervo sagrado, la nueva película del siempre perturbador Yórgos Lánthimos, donde una negligencia médica conduce a la muerte de un padre, y posteriormente su hijo pretende vengarse del cirujano responsable haciéndole la vida imposible no sólo a él, sino a toda su familia. Con motivo de su estreno, vamos a repasar no las venganzas más catárticas o más justas... sino las más macabras, sangrientas y terroríficas. ¡Sigue leyendo!
Kill Bill 1 y 2 (Quentin Tarantino, 2003/2004)
Vale, no es que lo que la Novia (Uma Thurman) hizo en este formidable díptico -perseguir y matar sin piedad a todos los que estropearon su boda, le arrebataron a su hija y le metieron una bala en la cabeza- fuera demasiado retorcido. De hecho, en las películas de Quentin Tarantino, su carismática protagonista cumple diligentemente su propósito y va matando uno a uno a sus antiguos compañeros, hasta que llega a casa de Bill (David Carradine) y tras comprobar que su hija está viva... mata a Bill igualmente. La clave, sin embargo, radica en el modo en que está representada dicha venganza.
Walt Disney Pictures
Y es que Tarantino escribió la historia de Kill Bill -en compañía de Uma Thurman- como un vehículo para volcar en él todas sus inquietudes cinéfilas: es decir, mezclando el 'western', las artes marciales y el cine negro, todo mojado en un 'gore' inusitado para un film comercial. De este modo, pocas veces verás películas tan sangrientas como ésta -en un momento dado, hasta la película se pone en blanco y negro para rebajar la truculencia-, y con escenas tan extremas como aquélla en la que Kiddo le rebana la tapa de los sesos a O-Ren Ishii (Lucy Liu), o le arranca un ojo a Elle Driver (Daryl Hannah). Algo no muy recomendable para estómagos débiles.
