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    Se gastaron una millonada en imitar 'Indiana Jones', pero la cosa acabó fatal: una batalla campal y uno de los mayores fracasos financieros de la historia
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Escenas millonarias que no llegaron a rodarse, un conflicto entre productora y autor y un fracaso en taquilla. Había planes de franquicia, pero el desastre económico acabó con las posibilidades de cualquier secuela.

    Aunque la industria del cine es, entre otras, la mejor prueba de que la creatividad y las ideas no tienen límites, en la historia podemos encontrar un sinfín de ejemplos de películas que trataron de repetir el éxito de famosas sagas o acabaron bebiendo de lo que otras pusieron de moda. Les saliera bien o les saliera mal.

    No ocurre con todas las producciones, ni muchísimo menos, pero en son muchos los proyectos con vistas a convertirse en grandes 'blockbuster' los que se fijaron y se siguen fijando en las franquicias estrella de determinado género con el objetivo de tomarles el relevo. Aunque Star Wars, Harry Potter o Indiana Jones sean únicas en su especie. En el caso de esta última, de hecho, son varias las sagas de aventuras que han buscado repetir su éxito pero, en lo que ha iconicidad se refiere, la franquicia protagonizada por Harrison Ford que este año estrena nueva película -más de 42 años después- no tiene rival.

    Algunas, como George de la Jungla, supieron hacerse su propio hueco, mientras que otras fueron solo un intento, como ocurrió en 2005 con Sahara, una producción millonaria que rápidamente fue comparada con Indiana Jones y que no debutó mal en taquilla en su primer día pero que, con el paso del tiempo, ha llegado a ser considerada como uno de los mayores fracasos financieros de la historia de Hollywood.

    Sahara
    Sahara
    Fecha de estreno 22 de abril de 2005 | 2h 05min
    Dirigida por Breck Eisner
    Con Matthew McConaughey, Steve Zahn, Penélope Cruz
    Medios
    2,5
    Usuarios
    2,6
    Sensacine
    3,0
    Streaming

    Dirigida por Breck Eisner y protagonizada por un elenco encabezado por Penélope Cruz y Matthew McConaughey y Steve Hunt las comparaciones estaban aseguradas. En ella se siguen los pasos de Dirk Pitt, es un joven explorador que se embarca en la aventura de su vida cuando decide viajar a África Occidental en busca de un gran tesoro: el conocido en la zona como "El Barco de la Muerte" con un cargamento valiosísimo que muchos han querido encontrar, pero cuyos pretendientes siempre han terminado muertos o desaparecidos.

    La película estaba basada en una novela homónima superventas de 1992 firmada por Clive Cussler y, estrenada en la primavera de 2005 entre gran expectación, supuso un despliegue de medios y dólares que se notaba en la mayoría de sus escenas.

    Aunque recibida de forma dispar por parte de la crítica, Sahara se estrenó como número uno en la taquilla de EE.UU., en su fin de semana, pero la recaudación total acabaría siendo un auténtico fiasco. De hecho, si tenemos en cuenta las grandes expectativas de la película, podemos hablar de un desastre monumental en el que, además de unos números bastante discretos, también un jugó un papel importante la batalla campal detrás de las cámaras que enfrentó al productor de la cinta con el autor del libro del que era adaptación. En resumen, más que por sus virtudes -y el romance surgido entre sus protagonistas-, Sahara se hizo notable por sus muchos problemas: desde la necesidad de doblar un presupuesto que jamás recuperaron hasta las demandas judiciales.

    Según McConaughey, el filme estaba destinado a ser el primero de una franquicia basada en las novelas de Dirk Pitt de Clive Cussler, pero los desastrosos números acabaron con los planes de cualquier secuela.

    Uno de los mayores fracasos financieros de la historia de Hollywood

    Empecemos por el desastre económico. Rodada en Marruecos en el año 2003, la película tuvo un coste de producción de 160 millones de dólares, lo que supone exactamente el doble del presupuesto inicial para la cinta, que se había calculado de 80 millones de dólares en un primer momento. A lo que hubo que sumarle 60 millones más por costes de distribución.

    Asimismo, también salió a la luz que la producción había tenido sobrecostes varios que se les habían escapado de las manos y que iban mucho más allá de los salarios de sus estrellas principales, como que se gastaron millones de dólares en rodar escenas que luego no habían querido que formasen parte del metraje final o el hecho de haber contado con nada menos que 10 guionistas diferentes a los que, evidentemente, se les había pagado un salario.

    Tan llamativo fue el desastre económico de Sahara que Los Angeles Times llegó a dedicarle un extenso y detallado artículo diseccionando el presupuesto de la cinta como un ejemplo de producción millonaria fallida. Además, del presupuesto de Sahara saldría su primer gran polémica: supuestos sobornos al gobierno marroquí.

    Finalmente, la película experimentó pérdidas de 78 millones de dólares, siendo considerada por el citado medio como "uno de los mayores fracasos financieros en la historia de Hollywood".

    El conflicto entre el autor y la productora

    Además de la desastrosa 'performance' en taquilla, Sahara siguio siendo noticia por el conflicto legal que protagonizaron el autor de la novela original, Clive Cussler, y el productor Philip Anschutz y su compañía Crusader Entertainment LLC. Una batalla judicial que se prolongó durante nada menos que 10 años y que comenzó en el año 2005, un par de meses antes del estreno, con una primera demanda por parte del escritor.

    En su demanda, Cussler exigía a la productora 100 millones de dólares por no haber cumplido su acuerdo de consultarle respecto al guion de la película y les acusaba de haber roto su contrato respecto a los derechos de adaptación del segundo libro. Según el autor, se le había prometido "control absoluto" sobre la adaptación de la película, pero no fue así: "Me engañaron desde el principio", aseguró.

    Por su parte, la productora se defendió asegurando que Cussler se había convertido en una presencia problemática que no hizo más que poner pegas desde el principio y que rechazaba sistemáticamente cada guion, criticaba los fichajes de los actores y ataca abiertamente a la producción de cara a los medios. Un comportamiento que consideraron fue clave en la imagen de la película y posterior fracaso. La justicia les dio la razón.

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