No sabemos si hace falta decirlo, pero, por si acaso, ahí va: se avecinan SPOILERS
Estrenada a finales de los años 90, con Bruce Willis y Haley Joel Osment, El sexto sentido fue un auténtico éxito y sigue siendo considerada la película más famosa de su desconcertante director, M. Night Shyamalan.
Después de dos largometrajes que pasaron bastante desapercibidos, el cineasta experimentó un triunfo mundial con este memorable 'thriller' de terror en la que un psicólogo infantil trata de ayudar a un niño que dice ver muertos. Lo mejor de la película ocurre al final. Shyamalan nos regaló uno de los mejores desenlaces de la historia del cine que, a día de hoy, nadie ha conseguido superar.
Repetimos, si no has visto El sexto sentido no sigas leyendo, pero, por otro lado, ¿quién no ha visto la película a día de hoy? Si es tu caso, te envidiamos y te invitamos a que la veas en Disney+, donde está disponible.
El final que nadie vio venir
En los momentos finales, el doctor Malcolm Crowe (Bruce Willis) llega a casa satisfecho por haber podido ayudar al joven Cole. Gracias a su terapeuta, el niño ha aprendido a controlar su miedo y puede ayudar a los fantasmas que encuentra en lugar de huir de ellos. Tal como le aconsejó el niño, Malcolm intenta restablecer la relación con su esposa -que lleva un tiempo distante- hablando con ella mientras duerme. Para su sorpresa, ve que su propio anillo de bodas, que ya no lleva puesto, cae de la mano de su mujer.
Al mismo tiempo que el personaje, el espectador comprende la verdad que andaba encerrada: Malcolm está muerto desde el inicio de la película, después de que un antiguo paciente del doctor entrase en su casa y le disparase.
Buena Vista Pictures Distribution
Esto lo explica todo: por qué su mujer no se dirige a él, por qué duerme frente a viejos vídeos de su boda y por qué la única persona que habla con él en toda la película es el joven Cole, precisamente el que es capaz de hablar con los muertos. Malcolm consigue cerrar su tarea pendiente diciéndole a su mujer que la ama y puede descansar en paz.
Es un final que muy pocos ven venir durante el primer visionado -o, al menos, la mentalidad más inocente de la década de los 90 y primeros 2000 no andaba pensando en un giro de este estilo- y que llega a afectar realmente, puesto que Shyamalan consigue que el espectador cree un vínculo personal con el personaje de Willis antes de llegar a ese momento.
Un genial giro final que se convirtió en la marca del cineasta. Para sus siguientes películas repitió la misma fórmula. El protegido, El bosque o La visita tienen cambios inesperados que ayudan a que la experiencia cinematográfica sea inolvidable. Eso sí, unas veces le ha salido mejor que otras.
