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    "De la noche a la mañana perdí mi identidad y mi carrera": Protagonizó una de las películas más famosas de los 80, pero una cirugía la hizo invisible
    Alicia P. Ferreirós
    Amante de las series y gran aficionada al terror, la ciencia ficción, la crónica negra y el ‘true crime’.

    Jennifer Grey se sometió a dos rinoplastias que le cambiaron el rostro tras 'Dirty Dancing'. Tras la segunda, nunca volvió a ser quien era a ojos del resto del mundo

    Verstrom pictures

    Jennifer Grey tenía solo 27 años cuando protagonizó una de las películas más populares y famosas de los años 80 y, a día de hoy, ya un auténtico clásico, pero la que podría haber servido como el gran empujón de su carrera acabó siendo no solo su primer gran éxito, sino también el último. Eso sí, antes de que fuese una realidad, nadie daba un duro por Dirty Dancing.

    La película, dirigida por Emile Ardolino y estrenada en 1987, fue una realidad casi de milagro. La guionista Eleanor Bergstein había escrito la historia inspirándose en su propia niñez y la había presentado a varios estudios, pero le costó mucho obtener una oportunidad pese a haber cautivado en un primer momento a MGM, que la dejó en un cajón tras un cambio en la cúpula. Finalmente, la ahora ya desaparecida Verstrom Pictures le vio potencial a la historia y dio luz verde al proyecto, que se convertiría en el título de más éxito de su trayectoria.

    Con un presupuesto ajustadísimo de 5 millones de dólares y la contratación de Ardolino, que debutaba detrás de las cámaras con Dirty Dancing, el filme se convirtió en un auténtico éxito y, además, resultó de lo más rentable, con una recaudación de más de 200 millones de dólares. Ahora, casi cuatro décadas después, su iconicidad es innegable. Dirty Dancing es parte de la cultura popular y pocas escenas de baile son tan míticas como el inconfundible "Time of my life" y su salto imposible.

    Dirty Dancing
    Dirty Dancing
    Fecha de estreno 24 de junio de 1988 | 1h 40min
    Dirigida por Emile Ardolino
    Con Jennifer Grey, Patrick Swayze, Jerry Orbach
    Medios
    3,3
    Usuarios
    3,9

    Igual de innegable es el hecho de que parte del gran éxito de Dirty Dancing se debió a la química entre sus protagonistas: el entonces no todavía tan famoso pero ya estrella emergente Patrick Swayze y la casi recién llegada Jennifer Grey, que era hija del también actor Joel Grey. Curiosamente, ambos ya habían trabajado juntos en la película Amanecer rojo, en la que no se habían llevado demasiado bien, pero la sintonía que tenían bailando era tan apabullante que no solo derribó cualquier barrera que existiera entre ellos, sino que logró traspasar la pantalla.

    Sin embargo, mientras Dirty Dancing supuso para Patrick Swayze la consolidación de una carrera de éxito en la que todavía estaba por llegar su otro título más mítico, Ghost, Jennifer Grey acabó tomando una decisión que, dicho por ella misma, acabó con su carrera artística.

    Tras el rodaje de Dirty Dancing y su éxito, las ofertas no comenzaron a lloverle del cielo a Jennifer Grey y la actriz comenzó a impacientarse. En aquel momento tomó la decisión de hacerse una rinoplastia para tener una nariz más bonita y corregir su tabique desviado, pensando que eso le abriría la puerta a más oportunidades de trabajo, lo que finalmente ocurrió en los años 90 y además le permitió respirar mejor. Ninguna de las películas en las que trabajó resultó ser un éxito como Dirty Dancing, pero Grey seguía trabajando en lo que le gustaba y su carrera continuaba avanzando hasta que, durante el rodaje de La fuerza del viento, junto a Matthew Modine, la joven intérprete decidió volver a someterse a una nueva rinoplastia para corregir un defecto de la primera.

    Según parece, Grey había detectado un cartílago blanco saliendo de su nariz y, tras consultar a su cirujano, decidieron llevar a cabo una nueva cirugía, que fue la que cambiaría su imagen definitivamente y, a consecuencia de ello, también su carrera. De hecho, ella misma se refirió a operar su nariz como "un crimen inperdonable" en sus memorias, describiendo la experiencia de mirarse al espejo tras la segunda cirugía como "un mal viaje alucinógeno".

    Tras aquella segunda operación, Grey no era reconocible ni para sus amigos ni para su familia, mientras que el resto del mundo solo se fijaba en aquello y dejó de "ser una persona para ser solo una nariz".

    De la noche a la mañana perdí mi identidad y mi carrera

    De hecho, según recordaría Grey, su compañero de reparto Michael Douglas ni siquiera la reconoció durante la presentación de la película que habían rodado juntos, lo que finalmente se convirtió en la norma:

    "Era la primera vez que salía fuera en público", recuerda sobre aquel momento. "Y se convirtió en la norma, la idea de ser completamente invisible de un día para otro. A los ojos del mundo, ya no era yo".

    A partir de aquello, Grey, que había protagonizado una de las películas más míticas de los 80 y que incluso había sido objeto de su propia franquicia, dejó de tener oportunidades importantes y tuvo que conformarse con pequeños papeles. Algo que ha seguido haciendo hasta día de hoy y que le ha permitido seguir viviendo de la interpretación pero a mucha menor escala de lo que hubiera cabido esperar para la estrella de Dirty Dancing. No obstante, parece que en 2025 podíramos volver a verla en los zapatos de la mítica Baby, como parte del proyecto de resucitar Dirty Dancing en forma de secuela.

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