Al cineasta norteamericano le bastaron tres películas para definir, junto a , el cánon del blockbuster de los años noventa: Dos policías rebeldes (1995) -aunque la buena era la segunda parte-, La roca (1996), (1998). A saber: cortes rápidos en planos que duraban menos de cinco segundos, movimiento continuo de la cámara, testosterona protagónica, el slapstick entendido como el cachondeo padre, apología de la violencia vacua, el espectáculo entendido como algo bigger-than-life y, muchas, muchísimas, explosiones y tiroteos ensordecedores que ametrallaban un guión, que, para qué engañarse, ¿quién lo necesitaba? En el Siglo XXI Bay podría haber seguido sin problema realizando peliculones del mismo estilo, pero en vez de ello, se enzarzó a hacer hasta ¡5! películas de (2007) que, al menos en mi caso, no pudieron interesarme menos. Eso sí, las películas que hizo entre medias: Dolor y dinero
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