En 1987, Ash Williams se asentaba como el héroe de la motosierra que todos queríamos en la divertidísima Evil Dead II, conocida en España como Terroríficamente muertos. Unos años después, en 2004, Edgar Wright regeneró el género zombi con la cómica Zombies Party -en su versión original con un título mucho menos colorido: Shaun of the Dead-, que nos enseñaba a matar muertos vivientes mientras apostaba por el amor. Y luego está M. Night Shyamalan, que es capaz de provocar un miedo terrible y risa auténtica al mismo tiempo con películas como La visita. Es decir, que en el género de terror hay mucho espacio para el humor, pero esta recopilación no va de eso.
En ocasiones, una película diseñada específicamente para hacer pasar un mal rato al espectador provoca el efecto contrario y, más que gritos, genera carcajadas. Puede ser que se trate de un proyecto fallido desde el principio y que la trama no convenza ni al mayor de los fieles del género. También puede ocurrir que exista una buena parodia de la película en cuestión y, por muy buenos elementos que tenga, las escenas de tensión pierden efecto -aquí la reina es la franquicia de Scary Movie-.
Desde la redacción de SensaCine recopilamos esas películas de terror -100% del género- que nos hicieron llorar… de risa.
'El Exorcista' (1973)
Sara Heredia
"¿Has visto lo que ha hecho la cochina de tu hija?". Esta escalofriante frase que Regan pronuncia después de girar su cabeza hasta una posición imposible está en la mente de todos, hayamos visto o no El Exorcista. Ha sido parodiada en mil y un programas de humor y, siempre que hay que hablar del clásico de terror, termina saliendo esa escena. Esta omnipresencia ha terminado pasándole factura y, al menos para mí, ha eliminado cualquier rastro de terror que había en la cinta.
Cuando se estrenó en 1973, la película de William Friedkin provocó reacciones muy fuertes entre los espectadores de las salas de cine. Se reportaron desmayos y huidas en algunas proyecciones. "Lo encontré tan horrible que tuve que salir", decía uno de los afectados por el terror de Friedkin. Ver a la niña endemoniada bajando las escaleras mientras hace el pino puente u orinando delante de los amigos de su madre fue rompedor a comienzos de los años 70, pero ahora nuestra mentalidad ha cambiado.
Décadas después, con el imaginario colectivo completamente deformado por las parodias y los chistes en torno a El Exorcista, me puse a ver la película y descubrí, para mi sorpresa, que esas escenas que habían aterrorizado al público en 1973 a mí me causaban risa. Ni confirmo ni desmiento que Scary Movie 2, mi primera toma de contacto con el clásico a la tierna edad de 10 años, tenga que ver con ello.
'La trampa del mal' (2010)
Alicia P. Ferreirós
Que levante la mano a quien se le ocurra una situación más asfixiante y terrorífica que quedarse atrapado en un minúsculo ascensor junto a otras cuatro personas y que, por si fuera poco, comiencen a ocurrir extraños sucesos entre las cuatro paredes. El planteamiento de la cinta estrenada en 2011 bajo la batuta de John Erick Dowdle y guion del mismísimo M. Night Shyamalan tenía un planteamiento bastante llamativo e ingredientes más que de sobra para aterrorizarnos, pero lo cierto es que no fue así. Por lo menos no funcionó conmigo, que, como suele ocurrir cuando empiezas a no dar crédito –y para mal- de lo que está trascurriendo ante tus ojos acabas soltando alguna que otra carcajada que más que en lo divertido que te está pareciendo se traduce en un ‘¡Anda ya!’.
En La trampa de mal no hay cabida para eso de que lo verosímil no tiene por qué reñir con lo sobrenatural. Eso sin duda. Desde su trama, hasta sus personajes. Hay quien dice que la historia está muy bien contada, pero mi percepción siempre fue que le sobraba su parte más extraterrenal. Y es que la premisa inicial me parece llamativa: Cinco personas desconocidas se ven atrapadas en el ascensor de un edificio de oficinas y rápidamente, entre apagón y apagón, se dan cuenta de que entre ellos hay un asesino. Los empleados de seguridad atestiguan todo lo que pasa a través de las cámaras, pero no pueden verles, sino únicamente oírles. Hasta aquí todo bien.
Sin embargo, todo se va al garete cuando resulta que el asesino es el Diablo, que el mal acecha y salgan del ascensor. Momento en el que todo pierde el sentido y reírte un poco es lo único que te queda. Tan mal recibida fue la película que las dos continuaciones que estaban previstas desde un principio no llegaron a llevarse a cabo.
'The Ring 2' (2005)
Andrea Zamora
Cuando vi por primera vez The Ring, allá a principios de los 2000, nunca pensé que los terroríficos elementos de la película protagonizada por Naomi Watts y dirigida por Gore Verbinski me harían reír en algún momento de mi vida.
Con esta película me enfrenté a una de mis primeras historias de terror. La alquilé en un videoclub en VHS -cuando todavía convivíamos con esos dos conceptos- y la cosa se puso más turbia cuando el teléfono de mi casa sonó en mitad del filme. Si la has visto ya puedes imaginarte el bote que pegué en el sofá. Si no es el caso, lo importante aquí es que en The Ring, después de ver un misterioso y extraño vídeo, una niña te llama y te dice que te quedan siete días antes de morirte. Todo un detalle por su parte darte una semana para dejarlo todo preparado antes de dar el último aliento.
Esa experiencia cambió por completo cuando, años más tarde, llegó a las salas de cine su secuela The Ring 2. Scary Movie 3 ya había hecho de las suyas con la historia de Samara saliendo del pozo y de la pantalla del televisor, y una servidora cumple años y empieza a ver las cosas de otra forma. Eso, sumado a que vas al cine a verla con tu amiga la que siempre suelta algún comentario divertido y que la película fue un sacrilegio para los fans de la primera, me provocó carcajadas. A mí y a gran parte de la sala.
Fue bonito tener la expectativa y las ganas de volver a la historia de Samara, el vídeo maldito, el mugriento pozo y recuperar al personaje de Rachel Keller. Una pena que lo de taparse los ojos por miedo se transformara en taparse la la boca para ahogar las risas.
'El grito' (2004)
Custodio Guerrero
Nunca veas una película de terror que parodie Scary Movie si has visto ésta última antes. Porque es lo que me ocurrió al ver El grito de 2004. No paraba de ver todas y cada una de las escenas que parodiaban la película protagonizada por Anna Faris. Como, por ejemplo, el momento en el que la prota va al ático con un mechero y se supone que hay un susto, pero yo solo recordaba como Nancy (Faris) quemaba al pequeño fantasma con ese mismo mechero.
O cómo el pequeño fantasma se hace un ovillo cayéndose por las escaleras en una de las escenas de la película de terror. O el diálogo entre ellos dos mediante marcas japonesas. Sin lugar a dudas, Scary Movie 4 me arruinó El grito en todos los aspectos. Cualquier susto inesperado, ya pensaba en la broma de la película de Anna Faris. Y me da rabia, porque sé que El grito es una muy buena película de terror, pero no paraba de reír en cada escena.
'La noche del terror' (1981)
Tomás Andrés
Los 80 son, sin duda, la gran década para la producción de cine de terror. Cintas como El exorcista y Tiburón habían abierto el camino para todo lo que vendría después. Sería cuando descubrimos a cineastas como Sam Raimi, pero también el momento álgido del cine de explotación abanderado por una industria italiana algo falta de ideas. Tras dirigir en 1978 el filme Zombi, George A. Romero consolidó el llamado “género zombi”, que ya había inaugurado con La noche de los muertos vivientes. Y, cómo no, este modo de hacer largometrajes fue copiado hasta la saciedad por nuestros vecinos del otro lado del Mediterráneo.
Cineastas como Joe D’Amato o Claudio Fragasso son citados en muchas ocasiones si hablamos de cine de explotación, pero si hay un realizador caracterizado por su torpeza e inoperancia tras la cámara ese es Andrea Bianchi, responsable de La noche del terror aka Masacre zombi (1981). En este filme que parece una película picante de Jaimito con muertos vivientes, conocemos la historia de un profesor que estudiando unas catacumbas despierta a unos seres con hambre de carne humana que se ocultaban allí abajo. Antes de morir, el tipo ha invitado a unos amigos que se sorprenden al no encontrarle por ningún sitio de la mansión en la que se alojaba. Ya tenemos a los protagonistas y a los monstruos que los van a devorar en el mismo escenario.
A partir de ahí el festín de sangre y desnudos femeninos está servido, con unos personajes a cada cual más despreciable y con interpretaciones que parecen de un grupo de teatro amateur, La noche del terror se ha convertido en uno de los grandes clásicos de la caspa cinematográfica. El premio de la función se lo lleva, sin duda, el pequeño Michael -hijo de la pareja protagonista- interpretado por un señor bajito de mediana edad llamado Pietro Barzocchini. Este inquietante personaje, que protagoniza uno de los momentos más incómodos que este redactor ha visto: cuando trata de acostarse con su madre (tras la sangrienta muerte de su padre y otros amigos), es la guinda al pastel de una cinta que provoca muchas más risas -involuntarias- en el espectador que terror y sustos. Y es que en aquella época en la que uno se guiaba por las trabajadas carátulas de videoclub a la hora de alquilar una cinta, a muchos nos la colaron con esta chusca producción de serie Z italiana.
'Los otros' (2001)
Lourdes De Paredes Rincón
Sorprenderá ver en esta lista la película, que para muchos, fue la consagración de Alejandro Amenábar. Además, se llevó 8 Premios Goya, 2 nominaciones a los BAFTA, una a los Globos de Oros… y otros tantos reconocimientos. Por eso, debo aclarar que mi experiencia es personal y no resta mérito al gran trabajo del cineasta.
La cinta llegó a nuestro país arrasando la taquilla y con una estrella como Nicole Kidman liderando el reparto de esta historia paranormal plagada de suspense, claustrofóbica y con sútil ejecución. Recordemos el argumento: ambientada en 1945, recién acabada la II Guerra Mundial, Grace (Kidman) espera la vuelta de su marido mientras se encarga de llevar a cabo una estricta rutina educativa con sus dos hijos, dentro de un caserón victoriano. Los niños padecen fotosensibilidad, por lo que no pueden recibir contacto directo con la luz del sol. El servicio es consciente de esta situación y cada vez que se abre una puerta, se debe cerrar la anterior, para mantener la penumbra constante. El día a día transcurre entre la espera cada vez más angustiosa por la vuelta del progenitor, y una aparente normalidad, hasta que los niños advierten a su madre de la presencia de fantasmas en la casa.
Es cierto que Amenábar crea un clima de letargo y oscuridad ante el que es difícil no sucumbir. Recuerdo pasar la película con los pies en alto en el cine. Ya se sabe, cuando uno tiene miedo, cualquier soplo de aire inesperado genera pavor. Sin embargo, a lo largo del visionado recuerdo unos cuantos momentos que lejos de incentivar mi estado de tensión, supusieron un alivio por su comicidad.
Nicole Kidman ha mejorado en gran medida en los últimos 20 años, pero en la película hace gala de un exceso de sobreactuación, muy bien llevado y aprovechado por el director, pero bordeando el surrealismo. Por otra parte, hay un par de apariciones, que con el fin de provocar el salto del personal, ocupan la pantalla en forma de primer plano. Una de ellas, una anciana con gafas de culo de vaso, que en pleno apogeo de la vieja del visillo, era inevitable no establecer una comparación inmediata. Obviaré la otra aparición por ser spoiler.
Eso sí, tras ver la película en el cine, esa noche me costó conciliar el sueño.
